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miércoles, 27 de diciembre de 2017

Descubren relación entre inflamación y ansiedad



Las sustancias químicas derivadas de las inflamaciones cerebrales se relacionan con los cambios de ánimo en la Esclerosis Múltiple

No resulta extraño experimentar ansiedad y depresión cuando a una persona se le diagnostica Esclerosis Múltiple. Lo que no está claro es qué causa los trastornos del estado de ánimo en la EM. ¿Se trata, ante todo, del impacto psicológico al diagnosticase una enfermedad crónica o más bien es el proceso biológico de la enfermedad en sí?
En el estudio recientemente publicado se aportan pruebas de que los cambios químicos asociados a la actividad de la enfermedad pueden ser la causa de los cambios de ánimo en la EM.
En la Esclerosis Múltiple, las células inmunitarias entran en el cerebro y/o la médula espinal y causan inflamación y daños. Esta inflamación está relacionada con la liberación de sustancias químicas llamadas citoquinas, que permiten a las células inmunitarias comunicarse entre sí. Estas citoquinas también pueden afectar a otros sistemas orgánicos.
En este estudio, un grupo de investigadores italianos se propuso investigar la relación entre los marcadores químicos de la inflamación (las citoquinas) y la ansiedad o la depresión en las personas con EM.
El estudio contó con la participación de 405 personas con EM remitente-recurrente, de las cuales más de una cuarta parte no recibía ningún tipo de tratamiento inmunomodulador para la EM. Descubrieron que las personas que experimentan una recaída clínica eran más propensas a padecer también ansiedad o depresión, que aquellas en la fase de remisión. Sin embargo, una vez que la inflamación relacionada con esta recaída disminuyó, el estado de ansiedad o la depresión también mejoró. También descubrieron que las personas que presentaban nuevas lesiones en una resonancia magnética, pero no presentaban síntomas físicos o clínicos, tenían igualmente más posibilidades de experimentar un estado de ansiedad o depresión.
Los investigadores calcularon los niveles de citoquinas, que provocan la inflamación, existentes en el líquido que rodea el cerebro y la médula espinal (líquido cefalorraquídeo, LCR). En las personas que experimentaron una recaída, los niveles de IL-2 fueron mayores en aquellas que también sufrían ansiedad, y los niveles de TNF-alfa e IL-1beta fueron mayores en las personas que notificaban síntomas de depresión.
Del mismo modo, hallaron que en las personas en remisión, los altos niveles de IL-2 sirvieron para predecir una recaída durante los seis meses siguientes. Asimismo, los participantes que presentaban síntomas de ansiedad eran más propensos a sufrir una recaída posterior.
A menudo, los trastornos del estado de ánimo de una persona con Esclerosis Múltiple se consideraban una consecuencia de su percepción de la EM y los cambios que se producían en su discapacidad. Sin embargo, este estudio pone de relieve que esta relación puede ser más compleja y que los cambios químicos relacionados con la inflamación del cerebro también pueden causar trastornos del estado de ánimo.

Estos resultados podrían ayudar en la elaboración de análisis para detectar estos indicadores de inflamación. Si aparece inflamación, los neurólogos y las personas con EM podrían prestar más atención a la búsqueda y el tratamiento de los trastornos del estado de ánimo. Además, si una persona con EM empieza a experimentar síntomas de ansiedad o depresión, es posible que esto indique que la inflamación está apareciendo en el cerebro o la médula espinal, por lo que se podrían pronosticar nuevas lesiones o recaídas.

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