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miércoles, 11 de enero de 2012

Una dieta contra la esclerosis múltiple

NOTA.- Lo que están a punto de leer no es una aprobación de una dieta en particular como una terapia para la esclerosis múltiple (EM). Tampoco es una sugerencia para dejar de buscar o seguir tratamientos médicos ya establecidos

NUEVA YORK (The New York Times) - 10 de enero de 2012

Lo que están a punto de leer no es una aprobación de una dieta en particular como una terapia para la esclerosis múltiple (EM). Tampoco es una sugerencia para dejar de buscar o seguir tratamientos médicos ya establecidos.

Pero, siempre y cuando forme parte de un tratamiento aprobado en un programa médico, el plan dietario que se describe aquí muy probablemente no esté por demás, quizá con la excepción de ocasionar que la planificación de la comida sea un desafío.

Además, con base en los testimonios de quienes lo han seguido, quizás valga la pena poner a prueba el plan, pese a la falta de evidencia científica sobre su efectividad. Existen buenas razones de por qué ni esta ni ninguna otra dieta ha sido sometida a un examen clínico, controlado por placebos y al azar, que es la regla de oro para precisar el valor de cualquier terapia.

De hecho, un examen de este tipo quizás no sea posible. Sin embargo, la doctora Ann D. Sawyer y Judith E. Bachrach, coautoras del libro La Dieta de Recuperación de EM, dicen que lo anterior no debería disuadir a gente que lucha en contra de síntomas debilitantes de la enfermedad degenerativa.

El plan dietario que trazaron fue desarrollado varias décadas atrás por el doctor Roy L. Swank, profesor emérito de neurología de la Universidad de Ciencias de la Salud de Oregon, en Portland, Estados Unidos. Swank promovió una dura restricción de grasa saturada y un aumento al consumo de ácidos grasos esenciales, como pescado y aceites vegetales, medidas aprobadas por la Sociedad Nacional de Esclerosis Múltiple como parte de una dieta saludable.

En 2003, Swank informó que entre 144 pacientes que se sometieron a su dieta 34 años antes, el 67%de los 70 pacientes que la siguieron cuidadosamente lograron sobrevivir, contra un índice de supervivencia de 21% entre las 74 personas que tenían "dietas pobres".

El doctor Allen C. Bowling, neurólogo y experto en temas nutricionales del centro de EM Rocky Mountain, en Colorado, Estados Unidos escribió: "Aún no se ha conducido un examen clínico bien diseñado para determinar si una reducción en las fuentes dietéticas de grasa saturada mejora resultados en la esclerosis múltiple’’.

No obstante, Bowling agregó: "Existen algunos estudios epidemiológicos que sugieren un riesgo menor de EM en áreas donde la población consume menos grasa saturada’’. En una entrevista, también destacó la existencia de estudios epidemiológicos, de laboratorio y en animales que vinculan un aumento en los ácidos grasos omega-3 en la dieta a una reducción en el riesgo y gravedad de la enfermedad.

"Toda el área de la dieta ha sido un cabo suelto en los estudios sobre esclerosis múltiple; la evidencia es atractiva, mas no definitiva", destacó Bowling.

"Los cambios razonables en la dieta no tendrán repercusiones negativas, pero al mismo tiempo es importante que la gente que padece EM saque partido de lo que la medicina convencional tiene que ofrecer, amén que optimice sus opciones de tratamiento día con día."

Aparte de la grasa saturada, Sawyer y Bachrach sugieren que entre otros culpables potenciales en la dieta están los productos lácteos, granos con gluten, leguminosas, huevos y almidón. "Más allá de los cinco sospechosos usuales, cada persona pudiera tener susceptibilidades muy individuales a hierbas, especias o comida en cualquier categoría", escriben.

Cada paciente tendría que determinar sensibilidades personales a través del método de prueba y error. En una entrevista, Sawyer dijo: "Este enfoque es simple, no cuesta nada y nadie está ganando dinero por su uso. No estamos diciendo que la dieta sea una cura; es una forma de controlar los síntomas de la EM. El movimiento y observar lo que come es mucho mejor que estar sentado en una silla de ruedas’’.

Una experiencia personal

Antes de que empezara con la dieta, Bachrach, ex bailarina e instructora de movimiento, ni siquiera podía usar una silla de ruedas porque su torso se había debilitado demasiado como para manipularlo. Ella tenía 35 años de edad cuando se enteró de que padecía esclerosis múltiple; para los 49 años de edad, prácticamente vivía en la cama.

Después, en 2006, ella conoció a Sawyer e intentó probar la dieta que le sugirió. "Luego de una semana con esta dieta, recuperé la sensibilidad en los dedos de los pies –escribió–. Después de aproximadamente seis semanas, también fui creciendo gradualmente en términos de resistencia y recuperación muscular. Incluso fui capaz de bajar caminando a la cascada de mi tierra, cargar leña, vaciar el cubo de ceniza, preparar salsa para espagueti y permanecer despierta para recibir a mi marido a su regreso de un viaje ya entrada la noche... todo en un día y yo aún me sentía perfectamente bien."

"Sin duda, desde que sigo esta dieta, mis buenos días son definitivamente mejores. Sigo recuperando sensaciones, movilidad, fuerza y resistencia mes con mes.’’

La suya es una de casi doce "historias de éxito’’ dietarias que se relatan en el libro antes mencionado. Varios pacientes más informaron que habían seguido bien, siempre y cuando se ciñeran a la dieta, y después habían recaído cuando se mostraron descuidados con respecto a la comida, sólo para mejorar nuevamente una vez que regresaron a la dieta.

Uno se podría preguntar, ¿cómo puede ser que no estén todos los pacientes con EM siguiendo esta dieta? La respuesta radica, en parte, en la compleja naturaleza de la enfermedad. La esclerosis múltiple es un desorden autoinmune altamente variable, en el cual el propio sistema inmunológico del cuerpo ataca las capas de mielina que protegen a los axones, los mismos que transmiten señales nerviosas al cerebro.

La forma más común se conoce como recaída-remisión: los pacientes están bien por cierto tiempo, después sus síntomas vuelven, solamente para disminuir en algún momento posterior, con o sin tratamiento. De aquí que sea difícil saber si alguna mejoría se debe a la dieta.

Patricia O’Looney, la vicepresidenta de investigación biométrica de la Sociedad de Esclerosis Múltiple, dijo en una entrevista: "Existe un fuerte efecto placebo en la EM. Con cualquier cambio que haga la persona –sea en la dieta o lo que sea– existen probabilidades de que se sienta mejor, ya que está emprendiendo una acción."

"Un consumo menor de grasa saturada y un aumento en el consumo de aceite de pescado es bueno para todos. Sin embargo, nunca sugeriríamos un cambio a la dieta de una persona en lugar de seguir una terapia aprobada."

Susceptibilidades

La teoría detrás de la "dieta de recuperación’’ es que en personas susceptibles, proteínas parcialmente digeridas estimulan una respuesta inmunológica similar a la de una alergia, dando como resultado anticuerpos que confunden la mielina con la proteína trasgresora. Entonces, estos anticuerpos pueden entrar en el cerebro y atacar la capa de mielina, interrumpiendo la conducción nerviosa y provocando, con el tiempo, la muerte de los axones.

El objetivo que los autores sugieren es el de identificar y eliminar de la dieta comidas "culpables’’, a fin de apaciguar la respuesta inmunológica. Hay varios problemas involucrados cuando se intenta probar este o cualquier otro régimen dietario de manera científica.

Como explicó una de las vicepresidentas adjuntas de la Sociedad de Esclerosis Múltiple, Rosalind Kalb, la naturaleza cíclica de la enfermedad significa que los estudios deben hacerse en el largo plazo.

"A lo largo de un período extendido, la gente tiene que seguir una dieta exacta’’, dijo en una entrevista, y los hallazgos entre ellos deben compararse con personas que siguen dietas ordinarias. El solo hecho de documentar la adherencia a un estricto régimen como la dieta de recuperación es todo un desafío en sí mismo.

Y como pudieran darse sensibilidades individuales, existen demasiadas variables, y resulta difícil saber qué se excluye de la dieta de prueba. Una cosa es estudiar un solo nutriente como los ácidos grasos de omega-3 o la vitamina D, mismos que la sociedad está apoyando, pero es mucho más difícil probar una dieta en la cual hay muchos nutrientes involucrados.

"Hasta ahora, ningún investigador ha sentido interés en ahondar con respecto a este tema –notó Kalb–. Al parecer los medicamentos muestran una promesa mayor." .

Jane E. Brody

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