Desde Septiembre de 2008 dedicado a las formas progresivas de la EM

IR A
PÁGINA DE INICIO


domingo, 10 de junio de 2018

La neuroimagen de la esclerosis múltiple se complica: las lesiones que ya no se reflejan en la RM pueden ser un fuerte indicador de neurodegeneración


Las lesiones que ya no se reflejan en la resonancia magnética (RM) debido a la atrofia y a que son cubiertas por líquido cefalorraquídeo, pueden indicar la futura evolución de la esclerosis múltiple, según sugiere una investigación reciente publicada en la revista Journal of Neuroimaging.

En la fila superior se observan imágenes de RM tomadas al inicio
del estudio, en la fila inferior, imágenes de seguimiento.
La zona marcada en magenta es la parte de la lesión original que se ha ido
 desintegrando en líquido cefalorraquídeo (casi el 20%).
Crédito de imagen: Michael G. Dwyer en http://www.buffalo.edu

Si no se ve, no se tiene en cuenta. Esa puede ser una de las consecuencias indeseadas que van de la mano de la dependencia de las técnicas de neuroimagen.

Pero que no se vea no quiere decir que no exista y que no influya. Casi como un poder en la sombra están las lesiones asociadas a la esclerosis múltiple que ya no pueden ser observadas mediante resonancia magnética (RM).

Las lesiones en la EM que se identifican mediante RM son uno de los indicadores más usados para evaluar la actividad de la enfermedad y su evolución. Nuevas lesiones, o la activación de las ya existentes, son señales poco favorables.

Entonces, si dejan de verse, ¿es una buena noticia?

Pues lamentablemente, no siempre, según ha comprobado un grupo de científicos de la Universidad de Buffalo, en EE.UU, que recientemente publicó los resultados de un estudio de neuroimagen en la EM en Journal of Neuroimaging.

Según ese estudio, las lesiones que ya no se reflejan en la RM debido a que han sido destruidas por la atrofia cerebral, pueden ser un indicador significativo de la evolución de la enfermedad en personas con esclerosis múltiple, tanto en las formas recurrente-remitente como en las formas progresivas de la enfermedad.

Cuenta el autor principal del estudio, el profesor Robert Zivadinov, que:

Al usar la apariencia de nuevas lesiones cerebrales y el realce de las existentes como indicador de la progresión de la enfermedad, no había indicadores de quién desarrollaría discapacidad en los cinco o diez años de seguimiento, pero cuando valoramos el volumen de las lesiones cerebrales que se había atrofiado, pudimos predecir dentro de los primeros seis meses quién tendría una progresión de la discapacidad en el seguimiento a largo plazo”.

El propio Zivadinov, en una entrevista para el centro de noticias de la Universidad de Buffalo, comenta cómo pudieron evaluar el volumen de las lesiones que desaparecen debido a la atrofia cerebral:

¿Cómo sabemos que las lesiones han desaparecido? Porque donde antes había tejido de lesión cerebral, ahora solo hay fluido”.

Zivadinov se refiere a líquido cefalorraquídeo que invade la zona atrofiada, y es precisamente la medición del volumen que ocupa ese líquido, el biomarcador que proponen él y sus colegas que debe ser tomado en cuenta al valorar la evolución de los pacientes con EM.

Lesiones que desaparecen bajo líquido cefalorraquídeo

Para llegar a estas conclusiones los investigadores estudiaron a un total de 192 personas, entre ellas había pacientes con síndrome clínicamente aislado (personas con un primer episodio sugerente de EM, pero que todavía no se sabe si realmente desarrollarán la enfermedad), pacientes con EM recurrente-remitente y pacientes con formas progresivas de EM.

Se realizaron estudios de neuroimagen al inicio y durante los 5 años que duró el estudio, centrando la atención especialmente en aquellas lesiones que aparecieron en algún punto de la investigación y que después desaparecieron por la atrofia bajo líquido cefalorraquídeo.

El volumen de esas lesiones atrofiadas fue lo que, según los resultados de este estudio, mejor predijo la discapacidad física a largo plazo.

Zivadinov explica que:

Cuando las lesiones disminuyen con el tiempo, no es porque las lesiones del paciente se estén curando, sino porque muchas de estas lesiones están desapareciendo y se convierten en líquido cefalorraquídeo”.

¿Y ahora qué?

En tiempos en que la actividad inmunitaria anómala que ocurre en la esclerosis múltiple es controlada con gran efectividad por los fármacos que hay en el mercado, la atención se está volcando cada vez más sobre la neurodegeneración, la consecuencia más indeseada de la EM.

La neurodegeneración es la principal causa de discapacidad en la enfermedad y en los últimos años se ha venido valorando mediante la medición del volumen cerebral. Si el volumen de tu cerebro no disminuye, es un buen reflejo de que la neurodegeneración está contenida.

Para los investigadores estadounidenses, el volumen de las lesiones con atrofia es un biomarcador más sólido de neurodegeneración que el anterior:

Nuestros datos sugieren que las lesiones atrofiadas no son un fenómeno pequeño y secundario en la EM, y en su lugar indican que pueden desempeñar un papel cada vez más importante en la predicción de quién desarrollará una enfermedad más severa y progresiva”.

¿Las investigaciones científicas llegarán a asumir este biomarcador? ¿Se llegará a utilizar en la práctica clínica? Por ahora los resultados deben ser replicados por otros grupos de investigación para comprobar su validez. El tiempo y la ciencia darán respuesta a tantas preguntas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.