El color de la luz nocturna puede marcar una gran diferencia en el estado de ánimo; dormir en la total oscuridad muestra significativamente menos síntomas depresivos.
DiarioMedico.com | 07/08/2013
Los científicos expusieron a hámsteres adultos hembras durante cuatro semanas a cada una de las condiciones nocturnas sin luz, luz tenue roja, luz blanca tenue (similar a la de las bombillas normales) o luz azul tenue, e hicieron varias pruebas con el fin de detectar los síntomas de tipo depresivo.
Los hámsteres expuestos a la luz azul bebieron menos agua con azúcar de lo normal, lo que se interpreta como un problema de estado de ánimo. Los resultados mostraron que los hámsters que se mantuvieron en la oscuridad de la noche bebieron más agua de azúcar, seguidos de cerca por los expuestos a la luz roja, mientras los de la luz blanca o azul oscuro bebieron mucha menos agua de azúcar que el resto.
Después de la prueba, los científicos examinaron las regiones del hipocampo del cerebro de los hámsteres. Los que pasaron la noche con luz azul o blanca tenue tenían una densidad significativamente menor de espinas dendríticas, en comparación con los que dormían en la oscuridad total o los que estuvieron expuestos sólo a la luz roja. Las pruebas de comportamiento y los cambios en la estructura del cerebro sugieren que el color de las luces puede jugar un papel clave en el estado de ánimo.
La investigación examinó el papel de las células fotosensibles especializadas en la retina, llamadas ipRGCs. "Estas células son más sensibles a las longitudes de onda azules y menos sensibles a las longitudes de onda rojas. Nuestro objetivo era comprobar cómo la exposición a estas diferentes longitudes de onda de colores afectaba a los hámsteres", ha explicado Randy Nelson, coautor del estudio, de la Universidad Estatal de Ohio.
"La luz nocturna puede afectar a partes del cerebro que regulan el estado de ánimo al recibir señales durante las horas del día cuando no deberían hacerlo, por lo que se relaciona con la depresión en algunas personas", ha dicho el coautor del estudio, Tracy Bedrosian, de la Universidad Estatal de Ohio.
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