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martes, 10 de diciembre de 2013

Más vitamina D


La vitamina D podría aliviar los síntomas de la esclerosis múltiple

En ratones con una forma de esclerosis múltiple (EM), la vitamina D parece bloquear las células inmunes que causan daños por la migración al sistema nervioso central, lo que ofrece una posible explicación de por qué la llamada «vitamina del sol» puede prevenir o aliviar los síntomas de la enfermedad neurodegenerativa, según los resultados de un estudio realizado en la Universidad Johns Hopkins, en EE.UU.
 
El informe que se publica en The Proceedings of the National Academy of Sciences, ofrece nuevas pistas acerca de los presuntos amplios beneficios de la vitamina D en personas con EM. La búsqueda para entender el papel de los nutrientes se inició al ver que la enfermedad es más prevalente en las regiones del mundo más alejado del ecuador, donde hay menos sol, la principal fuente natural de vitamina D.
 
Aunque está en marcha un ensayo clínico de suplementos de vitamina D en pacientes con esclerosis múltiple en la Universidad Johns Hopkins y en otros lugares, la mayor parte de la evidencia de su eficacia en la actualidad proviene de estudios en animales. «Con esta investigación, vimos que la vitamina D podría funcionar no alterando la función de las células inmunes perjudiciales, sino al prevenir su viaje en el cerebro», señala la coordinadora del estudio, Anne R. Gocke.
 
A su juicio, si esto es cierto, se puede aprovechar un mecanismo natural y de forma igual de efectiva y más segura que las drogas contra la EM. Se cree que la EM es un trastorno autoinmune, causado cuando el sistema inmune ataca erróneamente las propias células de una persona, en este caso, la proteína grasa llamada mielina que aísla los nervios y ayuda a enviar señales eléctricas que controlan el movimiento, el habla y otras funciones. El sistema inmune prepara las llamadas células T en los ganglios linfáticos del cuerpo para buscar y destruir la mielina, lo que puede llevar a visión borrosa, debilidad y entumecimiento debilitante.
 
Menos síntomas
En su estudio, Gocke y sus colegas vieron que altas dosis de vitamina D en roedores con una forma de EM les protegió de los síntomas de la enfermedad. Los investigadores todavía hallaron un gran número de células T en el torrente sanguíneo de estos ratones pero muy pocos en sus cerebros y las médulas espinales, de forma que la vitamina D no parece causar inmunosupresión global, señala Gocke, quien ve «interesante» que las células T están preparadas pero se mantienen lejos de los lugares del cuerpo donde pueden hacer más daño.
 
Esta experta subraya que la vitamina D puede reducir la velocidad de un proceso de fabricación de una sustancia pegajosa que permite a las células T agarrarse a las paredes de los vasos sanguíneos, lo que hace que las células T permanezcan en la circulación y les impide la migración hacia el cerebro. No obstante, lamenta que el tratamiento con vitamina D parece tener unos efectos inmunosupresores fugaces, de forma que cuando se retira, EM en forma de ataques de asma en los ratones pueden ocurrir rápidamente.
 
La ventaja es que si un paciente desarrolla una infección y el cuerpo parece demasiado inmunocomprometido para luchar contra ella, interrumpir el tratamiento con vitamina D temporalmente podría permitir rápidamente al sistema inmunológico recuperarse y atacar la infección, según Gocke.
 
Medicamentos actuales de inmunosupresión para la EM, como natalizumab y fingolimod, tardan entre seis y12 semanas en ser eliminados del organismo. «La vitamina D puede ser una terapia muy segura -apunta Peter A. Calabresi, profesor de Neurología de la Universidad Johns Hopkins y coautor del estudio-. Pero todavía tenemos que tener cuidado, no es sólo una vitamina, sino que en realidad es una hormona. Cuando los animales dejaron de tomarlo, el sistema inmunológico se reactivó».
 
Con pruebas clínicas sobre la administración de suplementos de vitamina D en curso, nadie está seguro de si realmente funcionará para prevenir o retrasar la progresión de la esclerosis múltiple en seres humanos. Esta nueva investigación, según Calabresi, puede ofrecer la oportunidad de estudiar las muestras tomadas de los participantes para ver si la vitamina D está teniendo el mismo efecto en las células humanas que en los ratones. Se trata de un trastorno que, por lo general, afecta a las personas con edades comprendidas entre los 20 y 50 años y que se da entre dos o tres veces más en mujeres que en hombres.

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