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lunes, 13 de abril de 2009

El caballo como terapeuta

Pueden mejorar la calidad de vida de personas con enfermedades muy diversas
Se recomienda a personas con problemas neurológicas o de aprendizaje


Laia Carbonell Barcelona
Aleix Cabré tiene cinco años y asiste a sesiones de hipoterapia desde los dos para fortalecer y desarrollar su musculatura mediante el ejercicio con caballos. Debido a un problema de motricidad, Aleix no puede andar y el médico recomendó a sus padres que complementaran las sesiones de fisioterapia y de piscina con la terapia a caballo.
Como Aleix, hay muchas personas que acuden a la hipoterapia para hacer frente a situaciones muy distintas. De un lado, se recomienda esta actividad a personas con patologías neurológicas como parálisis cerebral, esclerosis múltiple, lesiones medulares o traumatismos craneoencefálicos, ya que mejora del equilibrio y la movilidad y aumenta la capacidad de planificación motora y el control de los reflejos. Por otro lado, es también una terapia beneficiosa para personas con problemas de aprendizaje o necesidades especiales porque favorece la comunicación y el comportamiento a la vez que potencia el sentimiento de normalidad.

"El caballo no juzga, no tiene prejuicios", sentencia la presidenta de la Fundació Teràpia a Cavall, Maria Teresa Llòria. Añade que al no existir el complejo que podría haber con un terapeuta humano, se crea un vínculo emocional entre el animal y el jinete que llena de autoestima a la persona, que consigue dejar atrás las etiquetas que lleva colgadas a lo largo del día. Uno de los 25 voluntarios de la fundación, Lluís Albesa, destaca que para un niño pequeño es increíble poder llegar a dominar un animal de las dimensiones del caballo. Reconoce que la hipoterapia no es Lourdes, pero "es un complemento para mejorar la enfermedad", y dice que es "muy gratificante tomar parte de la evolución de alguien que consigue volver a andar".

Pero por qué precisamente el caballo? A través del dorso del caballo, el jinete recibe un masaje producido por las vibraciones que genera el movimiento cadencial del animal. Estas vibraciones recorren desde el cóccix hasta la coronilla, pasando por la columna vertebral, incitando así al movimiento activo del jinete, provocando la acción muscular y despertando los reflejos. Pero no todos los caballos son apropiados para este tratamiento. Tal y como destacó Teresa Xipell, coordinadora de la comisión de hipoterapia del Colegio de Fisioterapeutas de Cataluña: "El caballo idóneo es, en general, el que no es de pura raza. Es necesario que tenga una altura de entre 1,5 m y 1,6 m, que sea noble, y si es posible, que haya tenido doma natural".

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