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sábado, 19 de febrero de 2011

Menos esfuerzo mental en sistemas cerebro-ordenador

Crean un interfaz capaz de aprender de su usuario


Para una persona con movilidad reducida, ser capaz de controlar una silla de ruedas o un robot sólo con pensarlo es un gran avance. Sin embargo, el esfuerzo mental requerido suele ser enorme para órdenes sencillas, problema que un equipo de investigación ha resuelto.

Diario Médico - Viernes, 18 de Febrero de 2011

Durante los últimos años se han desarrollado teclados virtuales controlados por el pensamiento, sillas de ruedas eléctricas dirigidas por el cerebro y las extremidades neuroprotésicas, entre otros recursos para personas con movilidad reducida. Sin embargo, alimentar estas máquinas puede ser realmente agotador, lo que impide que la tecnología sea de utilidad para las personas con discapacidad.

José Millán y su equipo de la Escuela Politécnica Federal de Lausana, en Suiza, parecen haber dado con la solución: un sistema que aprende de las necesidades de su usuario, permite el descanso del individuo e incluso realizar simultáneamente múltiples tareas. El prototipo se ha presentado en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, en Washington.

En un interfaz cerebro-ordenador (BCI, por sus siglas en inglés) clásico los usuarios pueden recurrir a tres órdenes: izquierda, derecha, y ningún comando pulsado. La opción de no pulsar comando se corresponde con el estado estático entre izquierda y derecha y es necesario, por ejemplo, para que la silla de ruedas continúe recta o se sitúe frente a un objetivo específico. El problema es que esta orden requiere una concentración extrema, y al cabo de poco tiempo los usuarios están agotados.

Para acabar con este desgaste mental se ha añadido el llamado enfoque compartido de control, que facilita la interacción humano-robot. Este dispositivo cuenta con sensores de imagen y procesamiento de imágenes para evitar obstáculos.

Mediante el uso de análisis estadístico programado por los científicos, el BCI creado, denominado Robotino, puede distinguir entre los comandos de izquierda y derecha y aprender cuándo un usuario está enviando una orden o, por contra, se trata de un no comando. En otras palabras, la máquina aprende a leer la intención mental del sujeto. El resultado es que los usuarios pueden relajarse mentalmente y también ejecutar tareas secundarias.

La tecnología consiste en la decodificación de las señales procedentes de las lecturas electroencefalográficas en el cuero cabelludo, que representan la actividad de millones de neuronas y tienen una resolución notoriamente más baja.

Al incorporar el análisis estadístico se logra un control objetivo de maniobra, mucho más preciso. También hace que sea más fácil dar órdenes simples como ir recto, que necesitan ser ejecutadas en períodos más largos de tiempo sin tener que insistir.

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