24 Abril, 2017
Solo se ha probado en 6 enfermos con formas progresivas de la enfermedad. Después de seis meses de iniciada la terapia no se han reportado efectos secundarios de consideración. Tres de las personas tratadas han tenido mejorías notables, según reportan los investigadores.
Investigadores australianos, pertenecientes a la Universidad
de Queensland, en Australia, han tomado células inmunológicas de pacientes con
esclerosis múltiple y las han modificado para que reconozcan más eficazmente a
otras células inmunitarias infectadas con el virus de Epstein-Barr.
Posteriormente, las células modificadas fueron devueltas
gradualmente a los pacientes. Después de seis meses no se reportaron eventos
adversos de gravedad y tres de los implicados en el estudio han tenido mejorías
en síntomas como la fatiga, la neuritis óptica o las limitaciones de la
movilidad.
Los resultados son preliminares y no han sido publicados en
ninguna revista científica. El estudio se ha hecho público en la Reunión Anual
de la Academia Americana de Neurología que se celebra estos días en Boston,
EE.UU.
El virus de Epstein-Barr en la mira
de la terapia inmunológica para la esclerosis múltiple progresiva.
Entre las múltiples causas que se manejan sobre el origen de
la esclerosis múltiple, la infección con el virus de Epstein-Barr es una de las
más populares.
Este virus es en extremo común y puede pasar desapercibido,
aunque en ocasiones provoca mononucleosis y es cuando las personas llegan a
recibir un diagnóstico que la mayoría nunca conoce.
En las personas con EM se cree que unas células del sistema
inmunitario, denominadas células T, son incapaces de reconocer y destruir a
otras células inmunitarias infectadas con el virus de Epstein-Barr, las
llamadas células B.
Las células infectadas se acumulan en el sistema nervioso,
provocando una respuesta inmune inadecuada que termina destruyendo las capas de
mielina del cuerpo de las neuronas. Sucede, en fin, que aparece la esclerosis
múltiple.
Enseñando a las células T a reconocer
el Epstein-Barr.
¿Qué tal si se “enseña” a las células T a combatir a las
células B infectadas? En ciencia las preguntas más básicas son las que llevan a
grandes soluciones.
Los investigadores extrajeron células T de los participantes
y las modificaron para que reconocieran y destruyeran las células B infectadas
con el virus. Posteriormente volvieron a inyectar las células T a los enfermos
en dosis que iban escalando cada dos semanas, hasta un total de tres sesiones.
¿Resultados? Dejemos que uno de los investigadores, el Dr.
Michael Pender, sea quién los puntualice:
“Una persona con EM secundaria progresiva mostró una mejoría
sorprendente. Este participante tuvo un aumento significativo en la
deambulación: de 100 metros con un andador al inicio del estudio (y en los
últimos cinco años) a más de un kilómetro después del estudio (…)
Otro participante experimentó alivio en los síntomas
visuales y los tres que mejor respuesta tuvieron al tratamiento, también
mejoraron de la fatiga y la capacidad para realizar actividades de la vida
diaria.
El Dr. Pender, a través de un comunicado de prensa de la
Academia Americana de Neurología, puntualiza que las mejores reacciones al
tratamiento se vieron en las personas que recibieron células T más reactivas al
virus de Epstein-Barr.
Precaución y esperanza a la par.
Las limitaciones del estudio son evidentes: con solo seis
participantes y sin grupo control es difícil llegar a conclusiones que se
puedan generalizar. Esto es algo que reconocen los propios investigadores.
Sin embargo, sí consideran que es un elemento más que apoya
el papel del virus de Epstein-Barr en la esclerosis múltiple. Algo de lo que no
está muy seguro Bruce Bebo, uno de los directivos de la organización National
Multiple Sclerosis Society, citado por el portal HealthDay.
Para Bebo, aunque sí es cierto que muchas investigaciones
apuntan a que el Epstein-Barr juega un papel importante en el inicio de la EM,
esto no es algo que se haya confirmado sin lugar a las dudas.
En contraposición cree que la terapia usada en este estudio
pudo haber resultado efectiva gracias a que remueve células B, más allá de si
están o no infectadas con Epstein-Barr.
Las células B también están involucradas en los mecanismos
de la esclerosis múltiple y son diana del recién aprobado Ocrevus, un fármaco
que saldrá el mercado en EE.UU como tratamiento de la EM primaria progresiva y
la EM recurrente-remitente.
Bebo también opina que practicar un tratamiento de esta
naturaleza es complicado. Los investigadores argumentan que ya están en
conversaciones con una biofarmacéutica estadounidense para hacer el proceso más
sencillo.
¿Lo lograrán?
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