Un panel de expertos publica los criterios revisados para el
diagnóstico de la EM.
Last updated: 24th January 2018
La acumulación de pruebas que indican que un tratamiento
temprano puede conseguir resultados mejores a largo plazo en las personas con
EM ha puesto de relieve la importancia de un diagnóstico precoz. Sin embargo,
el diagnóstico precoz debe plantearse con cautela para asegurar que se ha
realizado un diagnóstico correcto y evitar diagnósticos y tratamientos erróneos
de personas que no tienen EM.
En 2001 se normalizó la EM con el establecimiento de los
criterios de Mc Donald. Estos criterios ayudan a los médicos a identificar
rápidamente la EM y a descartar otras enfermedades. Los criterios han sido
revisados varias veces desde 2001 y ahora se ha publicado la revisión de 2017
en The Lancet Neurology. Es la primera publicación formal de las revisiones de
los criterios desde que se publicaron por primera vez.
La actualización es obra de un panel internacional de
neurólogos expertos en EM. Han revisado los criterios actuales y los últimos
avances científicos en nuestro conocimiento de la EM, además de las mejoras en
la tecnología utilizadas para diagnosticar la enfermedad. Esta actualización no
cambia sustancialmente la forma en que se diagnostica la EM, sino que ajusta
determinados criterios e incorpora las últimas pruebas relativas a la
localización de lesiones que pueden ayudar a efectuar el diagnóstico de la EM
con la mayor precocidad y exactitud posible, así como reducir el riesgo de un
diagnóstico erróneo.
No existe aún una sola prueba médica que pueda ofrecer un
diagnóstico definitivo de EM, y el panel subraya que el diagnóstico de esta
enfermedad requiere la integración meticulosa de evidencias clínicas, de
imágenes y de análisis de laboratorio.
Un diagnóstico de EM definitivo se basa en el concepto de
«expansión en el espacio y el tiempo». Esto significa que debe haber pruebas de
«ataques» múltiples y/o lesiones cerebrales que se distribuyan (diseminen)
físicamente a diferentes sitios del cerebro y la médula espinal, así como
pruebas de nuevas lesiones que se produzcan a lo largo del tiempo.
Pautas más claras
Los criterios revisados ofrecen unas pautas más claras sobre
la cantidad y la ubicación de las lesiones que pueden demostrar la diseminación
en el espacio y el tiempo. Ahora se pueden incluir las lesiones en el tronco
cerebral o la médula espinal que causan los síntomas de EM (sintomáticas), así
como las lesiones no asociadas a los síntomas (asintomáticas). Aunque más
difíciles de detectar en las imágenes por resonancia magnética (IRM), las
lesiones en la corteza, la materia gris externa del cerebro, también pueden
servir de prueba de la diseminación en el espacio.
La revisión de los criterios revitaliza además el papel del
análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR) en el diagnóstico de la EM. En esta
enfermedad es muy común hallar anticuerpos en el LCR, que aparecen en forma de
patrón de banda característico conocido como bandas oligoclonales. Con el uso
generalizado de las IRM en el diagnóstico de la EM, el análisis del LCR
(también conocido como punción lumbar) cada vez es menos habitual. Con las
revisiones de 2017, las bandas oligoclonales pueden sustituir a las lesiones a
la hora de demostrar la diseminación a tiempo en una persona con el posible
precursor de la EM, conocido como el síndrome clínicamente aislado (SCA) y que
también cumple los criterios de la IRM para la diseminación en el espacio.
Aunque las bandas oligoclonales no son exclusivas de la EM,
pueden apoyar el diagnóstico si las pruebas clínicas y las IRM no son claras.
Del mismo modo, la ausencia de bandas oligoclonales no descarta la EM, pero
otros resultados relacionados con el LCR, como una elevada concentración de
proteínas o la presencia de determinadas células, pueden indicar la existencia
de otras enfermedades.
Poblaciones diferentes
Como los criterios originales de McDonald se basaban en gran
medida en pruebas de poblaciones adultas de Europa y Norteamérica, el panel ha
revisado también el uso de los criterios en distintas poblaciones. Así,
llegaron a la conclusión de que no existen pruebas que demuestren que los
criterios de McDonald no se puedan aplicar a los niños o a poblaciones de Asia,
Oriente Medio y África. No obstante, el panel insta particularmente a descartar
los trastornos del espectro de la neuromielitis óptica, que pueden ser más
habituales en algunas de estas poblaciones.
Esta actualización 2017 de los criterios de Mc Donald
contribuye de forma significativa a lograr el ansiado equilibrio entre
diagnosticar inmediatamente la EM y no efectuar un diagnóstico erróneo. El
panel revisó también la aparición de otras herramientas de diagnóstico que, en
las próximas revisiones, sin duda seguirán mejorando el diagnóstico y
reduciendo el impacto a largo plazo para las personas con EM.
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