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jueves, 6 de diciembre de 2018

Esclerosis múltiple y actividad física: ¿cómo se pueden combinar?


Existe mucho interés entre los pacientes con esclerosis múltiple por conocer los programas de actividad física adecuados y disponibles para ellos.

Es interesante recordar que la mayor parte de las personas con esclerosis múltiple logran adaptarse a los cambios que supone vivir con la enfermedad, y que tienen una vida satisfactoria y productiva. En ese contexto, la esclerosis múltiple y la actividad física son conceptos importantes.

Los pacientes con esclerosis múltiple que se implican en este tipo de programas suelen experimentar un sentimiento de bienestar, al que se suman mejorías concretas tales como

Mayor fuerza muscular
Mayor resistencia
Mejoría en la amplitud de movimiento de las articulaciones
Mayor flexibilidad
Mejoría en la coordinación
Mejoría en el equilibrio
Mayor resistencia cardio-respiratoria
Beneficios de la interacción social propia de esta experiencia

Qué implica la actividad física en esclerosis múltiple

Un estilo de vida sedentario, y esto es cierto para todo el mundo, no solo para las personas con esclerosis múltiple, hace que nos vayamos deteriorando. La inactividad puede acabar provocando:

· Pérdida de tono muscular
· Debilidad a consecuencia de la falta de uso, no por la desmielinización
· La falta de una alineación correcta en la postura y de control del tronco
· Descenso de la densidad ósea (lo cual implica mayor riesgo de fracturas)
· Respiración superficial e ineficiente


La actividad física tiene como consecuencias:

· Descenso de la tasa cardiaca (ritmo de los latidos del corazón)
· Descenso de los valores de presión arterial (menor riesgo de hipertensión)
· Mejor calidad del sueño
· Fortalecimiento de los huesos
· Incremento de la flexibilidad, la resistencia, la energía
· Sensación de bienestar

Aunque hasta ahora no se ha podido demostrar que la actividad física sea suficiente por sí sola para ralentizar la progresión de la esclerosis múltiple, sí puede hacer que sean menos las complicaciones debidas a la fatiga muscular, la debilidad, las contracturas y la espasticidad.

Además, el ejercicio puede ser una vía de escape frente al estrés y puede ayudar a maximizar la independencia de las personas.

Uno de los estudios que se han llevado a cabo en este campo, firmado por investigadores de la Universidad de Utah (Estados Unidos) ha mostrado las ventajas de la actividad física en la esclerosis múltiple. Las personas con esclerosis múltiple que realizan programas de ejercicio mostraban mejor forma física cardiovascular, control de esfínteres, menos fatiga y depresión, una actitud más positiva y una mayor implicación en actividades sociales.

Otros estudios han documentado que, en casos de esclerosis, la actividad física puede:

· Hacer que la respiración sea más profunda y regular
· Mejorar la circulación y la oxigenación de todo el organismo
· Mejorar el manejo de la fatiga
· Mejorar la deambulación (la acción de caminar)
· Mejorar la forma en la cual las estructuras del cuerpo están alineadas
· Reducir las complicaciones de la espasticidad, la tensión muscular y la atrofia
· Contribuir a controlar el peso corporal
· Aumentar la tolerancia al ejercicio
· Reducir el aislamiento social

Esclerosis múltiple y actividad física en mujeres

Los expertos incluso han estudiado si la actividad física y la esclerosis múltiple guardan relación cuando se cumple un programa de ejercicios tanto durante la vida adulta como en etapas anteriores de la vida. En este caso el estudio se centró en la población femenina.

Los autores utilizaron información recogida en el Estudio de Salud de Enfermería, que contiene datos de casi 200.000 mujeres durante décadas. Usando esa base de datos, calcularon el total de horas de actividad física semanal, que es una medida del gasto de energía.

Las participantes también habían respondido a cuestionarios sobre actividad física en etapas anteriores de su vida. Se identificó a aquellas que padecían esclerosis múltiple dentro de toda la población que participó.

Así, los investigadores vieron que la actividad física se asociaba a un riesgo ligeramente menor de esclerosis múltiple, aunque advierten que esto puede deberse a que quienes padecen la enfermedad suelen reducir su actividad física antes de que la enfermedad se manifieste, cuando se encuentra en grado subclínico (sin síntomas).

¿Ralentizar el progreso de la enfermedad?

Se ha sugerido que la actividad física podría contribuir a hacer que la progresión de la enfermedad sea más lenta. Por ese motivo, un equipo de investigadores repasó los estudios publicados al respecto buscando en bases de datos de bibliografía científica.

Su conclusión es que la posibilidad existe, pero que habrá que investigar más a fondo en el futuro para poder confirmarlo.


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