Existe mucho interés entre los
pacientes con esclerosis múltiple por conocer los programas de actividad física
adecuados y disponibles para ellos.
Es interesante recordar que la mayor parte de las personas
con esclerosis múltiple logran adaptarse a los cambios que supone vivir con la
enfermedad, y que tienen una vida satisfactoria y productiva. En ese contexto,
la esclerosis múltiple y la actividad física son conceptos importantes.
Los pacientes con esclerosis múltiple
que se implican en este tipo de programas suelen experimentar un sentimiento de
bienestar, al que se suman mejorías concretas tales como
Mayor fuerza muscular
Mayor resistencia
Mejoría en la amplitud de movimiento de las articulaciones
Mayor flexibilidad
Mejoría en la coordinación
Mejoría en el equilibrio
Mayor resistencia cardio-respiratoria
Beneficios de la interacción social propia de esta
experiencia
Qué implica la actividad física en
esclerosis múltiple
Un estilo de vida sedentario, y esto
es cierto para todo el mundo, no solo para las personas con esclerosis
múltiple, hace que nos vayamos deteriorando. La inactividad puede acabar
provocando:
· Pérdida de tono muscular
· Debilidad a consecuencia de la falta de uso, no por la
desmielinización
· La falta de una alineación correcta en la postura y de
control del tronco
· Descenso de la densidad ósea (lo cual implica mayor riesgo
de fracturas)
· Respiración superficial e ineficiente
La actividad física tiene como
consecuencias:
· Descenso de la tasa cardiaca (ritmo de los latidos del
corazón)
· Descenso de los valores de presión arterial (menor riesgo
de hipertensión)
· Mejor calidad del sueño
· Fortalecimiento de los huesos
· Incremento de la flexibilidad, la resistencia, la energía
· Sensación de bienestar
Aunque hasta ahora no se ha podido demostrar que la
actividad física sea suficiente por sí sola para ralentizar la progresión de la
esclerosis múltiple, sí puede hacer que sean menos las complicaciones debidas a
la fatiga muscular, la debilidad, las contracturas y la espasticidad.
Además, el ejercicio puede ser una vía de escape frente al
estrés y puede ayudar a maximizar la independencia de las personas.
Uno de los estudios que se han llevado a cabo en este campo,
firmado por investigadores de la Universidad de Utah (Estados Unidos) ha
mostrado las ventajas de la actividad física en la esclerosis múltiple. Las
personas con esclerosis múltiple que realizan programas de ejercicio mostraban
mejor forma física cardiovascular, control de esfínteres, menos fatiga y
depresión, una actitud más positiva y una mayor implicación en actividades
sociales.
Otros estudios han documentado que,
en casos de esclerosis, la actividad física puede:
· Hacer que la respiración sea más profunda y regular
· Mejorar la circulación y la oxigenación de todo el
organismo
· Mejorar el manejo de la fatiga
· Mejorar la deambulación (la acción de caminar)
· Mejorar la forma en la cual las estructuras del cuerpo
están alineadas
· Reducir las complicaciones de la espasticidad, la tensión
muscular y la atrofia
· Contribuir a controlar el peso corporal
· Aumentar la tolerancia al ejercicio
· Reducir el aislamiento social
Esclerosis múltiple y actividad
física en mujeres
Los expertos incluso han estudiado si la actividad física y
la esclerosis múltiple guardan relación cuando se cumple un programa de
ejercicios tanto durante la vida adulta como en etapas anteriores de la vida.
En este caso el estudio se centró en la población femenina.
Los autores utilizaron información recogida en el Estudio de
Salud de Enfermería, que contiene datos de casi 200.000 mujeres durante
décadas. Usando esa base de datos, calcularon el total de horas de actividad
física semanal, que es una medida del gasto de energía.
Las participantes también habían respondido a cuestionarios
sobre actividad física en etapas anteriores de su vida. Se identificó a
aquellas que padecían esclerosis múltiple dentro de toda la población que
participó.
Así, los investigadores vieron que la actividad física se
asociaba a un riesgo ligeramente menor de esclerosis múltiple, aunque advierten
que esto puede deberse a que quienes padecen la enfermedad suelen reducir su
actividad física antes de que la enfermedad se manifieste, cuando se encuentra
en grado subclínico (sin síntomas).
¿Ralentizar el progreso de la
enfermedad?
Se ha sugerido que la actividad física podría contribuir a
hacer que la progresión de la enfermedad sea más lenta. Por ese motivo, un
equipo de investigadores repasó los estudios publicados al respecto buscando en
bases de datos de bibliografía científica.
Su conclusión es que la posibilidad existe, pero que habrá
que investigar más a fondo en el futuro para poder confirmarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.