Expresión de TOX (en verde) en linfocitos T CD8+ (en rojo) en la esclerosis múltiple - UNIGE |
La expresión de ‘TOX’ por los linfocitos T hace que estas células autoinmunes puedan llegar al cerebro y atacar a las neuronas, desencadenando así la enfermedad
A. OTERO @abc_salud MADRID 16/05/2018
La esclerosis múltiple es una enfermedad neurodegenerativa causada por la destrucción por el sistema inmune del propio paciente de la capa de mielina que protege las neuronas, lo que imposibilita una transmisión adecuada de los impulsos nerviosos. Una enfermedad que padecen cerca de 47.000 españoles –y hasta 2,3 millones de personas en todo el mundo–, muy especialmente mujeres, y que aún a día de hoy carece de cura. De hecho, y de manera similar a como sucede con el resto de patologías autoinmunes, ni siquiera se sabe por qué se desencadena. O así ha sido hasta ahora. Y es que investigadores de la Universidad de Ginebra (Suiza) parecen haber identificado el primer desencadenante de esta devastadora enfermedad. ¿Su nombre? ‘TOX’.
Como explica Doron Merkler, director de esta investigación publicada en la revista «Immunity», «en nuestro trabajo hemos analizado factores infecciosos mediante el estudio de las reacciones autoinmunes provocadas por diferentes patógenos. Así, de lo que se trataba era de identificar un elemento que pudiera influir directamente en el desarrollo de la esclerosis múltiple en caso de que hubiera habido una infección».
Inflamación cerebral
El origen de la esclerosis múltiple sigue siendo un misterio. Es cierto que se han identificado algunos factores ambientales que aumentan su riesgo de aparición, pero aún se desconoce la razón por la que llegan a desencadenar la enfermedad en algunos casos y en otros no. Sería el caso, por ejemplo, del tabaco y de algunas infecciones. Así que lo que hicieron los autores fue analizar las reacciones autoinmunes –esto es, las respuestas del sistema inmunitario que en vez de dirigirse hacia los invasores como los virus y las bacterias se dirigen hacia el propio organismo– causadas por distintos agentes infecciosos.
oncretamente, los autores evaluaron la respuesta frente a dos patógenos: una bacteria y un virus. Y para ello, los inocularon en un modelo animal –ratones– completamente sano. ¿Y qué pasó? Pues que en ambos casos se observó una respuesta inmune muy similar. Sin embargo, la localización de respuesta difirió, y mucho, en función de que su causante fuera la bacteria o el virus.
Como indica Nicolas Page, co-autor de la investigación, «los resultados mostraron un reacción inmune cuantitativamente idéntica por parte de los linfocito T CD8+. Sin embargo, solo los ratones infectados con el patógeno viral desarrollaron una enfermedad inflamatoria cerebral parecida a la esclerosis múltiple».
Pero, ¿por qué se produce esta respuesta inmune en el cerebro con la administración del virus pero no con la bacteria? Pues para averiguarlo, los autores analizaron la expresión de los genes de los linfocitos T CD8+ cuando se exponían a ambos patógenos. Y lo que observaron es que había un factor de transcripción que, denominado ‘TOX’, solo se expresaba en caso de que el linfocito tuviera que enfrentarse al virus. Como refiere Nicolas Page, «nuestros hallazgos muestran que el ambiente inflamatorio influye en la expresión de TOX en los linfocitos T y que, por tanto, podría jugar un papel en la aparición de la enfermedad».
Pero, ¿realmente TOX desencadena la esclerosis múltiple? Pues parece que sí. Los autores manipularon genéticamente a los ratones para que sus linfocitos T CD8+ no expresaran TOX. Y tras volverlos a infectar con el virus, observaron que la respuesta inmune fue exactamente similar salvo por una excepción: los animales no desarrollaron la enfermedad inflamatoria cerebral similar a la esclerosis múltiple.
Superar las defensas cerebrales
Por tanto, parece que TOX juega un papel activo en la aparición de la esclerosis múltiple. La pregunta entonces es: ¿en qué consiste este papel? Pues como apunta Doron Merkler, «nuestros cerebros tienen una capacidad regenerativa limitada, razón por la que tienen que protegerse a sí mismos frente a las reacciones inmunes del organismo. Y es que estas reacciones pueden destruir a las células cerebrales que se unen para combatir el virus, lo que provocaría un daño irreversible. Así, lo que hace el cerebro es levantar una barrera que bloquea el paso de los linfocitos T. Sin embargo, y al bloquear la expresión de algunos receptores en la superficie de los linfocitos T CD8+ que están encargados de recibir la señal de bloqueo enviada por el cerebro, TOX permite a esos linfocitos cruzar las barreras defensivas y atacar a las neuronas cerebrales, desencadenando así la enfermedad».
Es más; el análisis de muestras tisulares humanas afectadas por la esclerosis múltiple confirmó que el factor de transcripción TOX también se expresa en los linfocitos T humanos. Como concluye Nicolas Page, «se trata de un resultado alentador para nuestra comprensión de las causas de la esclerosis múltiple, pero todavía queda mucho trabajo por hacer antes de poder precisar qué es lo que desencadena la enfermedad en los seres humanos».
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