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miércoles, 27 de junio de 2018

Factores ambientales: un gran enemigo de la Esclerosis Múltiple



Numerosos estudios han proporcionado pruebas razonablemente sólidas de que ciertos factores ambientales tienen mucho que ver en la inusual distribución geográfica de la esclerosis múltiple.

Los análisis sobre movimientos migratorios y esclerosis múltiple muestran que los cambios en factores ambientales desempeñan un papel fundamental en el riesgo de desarrollar la enfermedad, y que ese riesgo puede verse alterado cuando cambia el entorno.

El creciente número de casos de esclerosis múltiple en algunos países, como en Canadá, indican que se están produciendo aumentos en la prevalencia, por ejemplo, derivados de la evolución demográfica (con una población de mujeres cada vez mayor, siendo las mujeres más propensas a desarrollar la enfermedad que los varones). Es un fenómeno que también se ha observado en Australia, donde se ha visto que ciertos cambios en los factores ambientales podrían ser determinantes en las estrategias de prevención.

Sigue siendo importante el papel de la genética, que no es variable, pero parece que en personas genéticamente predispuestas los factores ambientales funcionan como desencadenantes.

Los factores ambientales clave, según los estudios llevados a cabo en este campo, son:

-Niveles de vitamina D- Sobre todo en las primeras etapas de la vida
-Infecciones- Sobre todo en la adolescencia y en las primeras fases de la vida adulta
-Consumo de tabaco- Incrementa el riesgo de desarrollar esclerosis múltiple en adultos

El virus de Epstein-Barr

A lo largo del siglo XX se han ido examinando diversos factores de riesgo de los cuales se sospechaba que podían influir en el riesgo de desarrollar esclerosis múltiple. Entre ellos se han perfilado como más probables, con las pruebas científicas en mano, la infección por el virus de Epstein-Barr, la exposición a luz ultravioleta y los niveles de vitamina D y el consumo de tabaco.

Entre las evidencias que identifican esta infección como factor ambiental relacionado con la esclerosis múltiple se han documentado los siguientes hallazgos:

Tener antecedentes de mononucleosis (infección por este virus) sintomática duplica el riesgo de desarrollar esclerosis múltiple.

La presencia de anticuerpos contra el virus en la sangre (por haber estado expuesto a éste) precede a la primera presentación de la esclerosis múltiple y se ha asociado también con la actividad de la esclerosis múltiple observada en pruebas de resonancia magnética en casos de esclerosis múltiple diagnosticada antes de la infección por este virus.

La infección por virus de Epstein-Barr es uno de los rasgos característicos del cerebro afectado por esclerosis múltiple.

No obstante, también se ha planteado que la relación entre el virus y la esclerosis múltiple no se ha probado de forma totalmente concluyente.

Parece que la inflamación, según algunos estudios sobre la infección y la esclerosis múltiple, podría explicar esta relación.

Vitamina D

Las pruebas que apuntan a la vitamina D como un factor ambiental importante en el desarrollo de esclerosis múltiples incluyen las siguientes evidencias:

La mayor parte de las personas con un diagnóstico confirmado de esclerosis múltiple tienen niveles séricos (en sangre) relativamente bajos de vitamina D.

El riesgo de desarrollar esclerosis múltiple parece ser menor en personas con ingesta elevada de vitamina D o con niveles séricos altos de este nutriente.

En personas con esclerosis múltiple, los niveles elevados de vitamina D están asociados con un riesgo menor de brotes y de discapacidad en grado severo.

Un estudio piloto ha mostrado que la vitamina D tiene efectos en el sistema inmunológico de personas sanas.

Se ha documentado que añadir suplementos de vitamina D al tratamiento de la esclerosis múltiple puede ser una estrategia útil para reducir la actividad de la enfermedad. Este hallazgo se ha confirmado con estudios que incluían pruebas de imagen de las lesiones causadas por la esclerosis múltiple en el sistema nervioso central (resonancia magnética).

Tabaco y esclerosis múltiple

El consumo de tabaco es uno de los factores ambientales (evitables) que aumenta el riesgo de desarrollar esclerosis múltiple en personas que son genéticamente susceptibles a padecer esta enfermedad.


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