Por Javier Cámara
Presentado el libro 'Viviendas para personas mayores en
Europa. Nuevas tendencias para el Siglo XXI' en el que se apuesta por la
adaptación de las viviendas según las necesidades "para que pueda seguir
controlando su vida".
“Una persona que tiene una situación de dependencia y
necesita ayuda para bañarse, a lo mejor, si adaptas ese baño resulta que esa
persona ya no tiene esa situación de dependencia para bañarse y ya no le hace
falta una ayuda a domicilio ni hay que llevarla a una residencia”.
Así lo ha explicado la editora del libro “Viviendas para
personas mayores en Europa. Nuevas tendencias para el siglo XXI”, Pilar
Rodríguez, que ha subrayado a Dependencia.info por qué es necesario poner el
acento en cuestiones relativas a las viviendas para personas mayores: “En otros
países llevan años desarrollando líneas de creación de viviendas alternativas a
las residencias tradicionales para personas mayores, eso es un espejo donde
mirarse. Esto no quiere decir que tengamos que seguir el mismo itinerario, pero
sí aprender un poco de lo que está ocurriendo en otros lugares”.
Dicho esto, la idea del libro está clara: “Poner en
evidencia que hay países que llevan ya un tiempo trabajando en viviendas para
mayores alternativas, pero también trabajando por la adaptación del parque de
viviendas donde vive la gente. Este es un asunto que apenas de desarrolla en
España”.
Sobre qué es lo más importante a la hora de pensar qué es lo
que debe tener una casa para una persona mayor, Pilar Rodríguez destaca que “lo
ideal, si pensamos en el propio domicilio donde vivimos todos, es que la casa
reúna las condiciones de accesibilidad y de usabilidad, es decir, que podamos
estar durante el mayor tiempo posible en nuestra casa mediante las reformas que
sean necesarias, como el baño, la cocina, domótica, teleasistencia
avanzada...”.
Programas de adaptación de viviendas
Insiste, la idea es “hacer una evaluación de la vivienda,
hacer un programa de adaptación y utilizar todos los avances que hay
disponibles en lugar de tener que irse a una residencia”.
En relación con la adaptación de la vivienda propia, Pilar
Rodríguez recuerda que “hay ayudas”, pero lamenta que “lo que no hay, o apenas
hay, son programas financiados por las administraciones públicas a través de
los cuales un equipo de arquitectos y de terapeutas ocupacionales hacen un análisis
de la vivienda y, en función de las necesidades de esa persona que comienza a
tener problemas de deterioro físico o cognitivo, se hacen adaptaciones
personalizadas para que esa persona pueda seguir vivienda el mayor tiempo
posible en su domicilio”.
Pero, ¿por qué no se le da tanta publicidad, por falta de
presupuesto y es caro o porque no se le da importancia? La editora del libro,
presidenta también de la Fundación Pilares, cree que es “por las dos cosas,
pero es fundamental que no se repara en la importancia que tiene, porque
también es una fuente de creación de puestos de trabajo”.
En cualquier caso, en el libro también “se presentan
ejemplos de viviendas para personas mayores en Reino Unido o países nórdicos
que son de nueva creación donde garantizan, apoyadas por las administraciones
públicas, que las personas van a recibir los cuidados que decidan tener, pero
no en una residencia convencional, sino en un tipo hogar”.
Modelo 'hogar'
Y aquí es donde hace hincapié en que muchas personas, aunque
vivan en na situación de dependencia, “quieren seguir viviendo una vida que
tenga sentido y por eso, el modelo hogar, el modelo housing, es el que se está
incluyendo en todo el mundo”. Los más demandados son las viviendas compartidas,
viviendas comunitarias, viviendas colaborativas -cohousing- o apartamentos con
servicios.
Uno de estos modelos son “las unidades de convivencia, que
es también la respuesta que en España está empezando a ofrecerse de
reconversión de residencias, con actividades que son las que a las personas que
conviven en grupos reducidos les gusta y en entornos de vida familiar”.
La presidenta de la Fundación Pilare señaló "la
existencia de evidencia científica acerca de que el modelo vivienda produce
mucho más bienestar a las personas que el modelo institución. Y tiene también
más capacidad para ofrecer una atención centrada en la persona en un entorno
que sintoniza y da sentido al mundo de valores inherentes a cada persona para
que pueda seguir controlando su vida".
El libro ofrece algunas de las ideas que los grandes grupos
del sector ya se están planteando: “Equipamientos que estén más en consonancia
con lo que desean las personas y hacer que sean más modelo hogar y no seguir
repitiendo el modelo institucional. Sobre todo porque de cara a la venta de
este producto, las personas se van a alejar de esa oferta porque no quieren ir
a una residencia convencional y cada vez van a querer ir menos. Habrá personas
con más formación, con más recursos y más exigentes”.
Presentación de “Viviendas para
personas mayores en Europa"
El pasado martes día 11 tuvo lugar la Jornada organizada por
la Fundación Pilares para la Autonomía Personal y la Fundación Caser “Viviendas
para personas mayores en Europa. Nuevas tendencias para el siglo XXI” en la que
se presentó este libro con el mismo título y que está editado por la Fundación
Pilares.
Además de Pilar Rodríguez, presidenta de Fundación Pilares y
Juan Sitges, director de Fundación Caser, intervinieron la directora general
del IMSERSO, Carmen Orte; la secretaria de Estado de Servicios Sociales, Ana
Isabel Lima; y Cristina Narbona, que fue responsable de Vivienda y es experta
en la materia.
En este foro se recordó que los países más avanzados en
políticas sociales llevan años realizando una transición desde el modelo
institucional clásico de residencia, que se considera agotado, hacia el modelo
hogar. En este contexto, se construyen y ofrecen diferentes tipos de viviendas
para esta fase de la vida, aunque se necesiten cuidados y atención profesional.
Para explicar las tendencias existentes en diferentes
países, como ponentes de la Jornada participaron reconocidos expertos en el
sector de vivienda y atención a personas mayores, que son también autores del
libro: de Inglaterra Jeremy Porteus, de Alemania Miguel Montero y de Suecia
Astrid Lindström.
También aportó su experiencia como conocedor in situ de
experiencias internacionales, Josep de Marti, director de Inforesidencias.com,
que describió algunos ejemplos de viviendas existentes en EE.UU y Holanda.
Como modelo de vivienda alternativa a las residencias en el
medio rural español, se presentó la experiencia de las viviendas comunitarias
de Castilla La Mancha, que se ofrecen por el Gobierno de esa comunidad como
alternativa viable para combatir la soledad y vulnerabilidad de muchas personas
mayores que quedan aisladas en sus pueblos, favorecer el apoyo mutuo y
desarrollar la solidaridad vecinal.
Además de cumplir estos loables objetivos, esta modalidad de
vivienda también presenta una nada desdeñable potencialidad de creación de
empleo al ofrecer puestos de trabajo a la población joven en unos territorios
muy marcados por la despoblación.
Un tipo de vivienda que está teniendo mucha aceptación entre
las personas mayores en España, es el denominado cohousing. Sin embargo,
existen dudas en cuanto a su diseño, sobre todo, pensando en que este tipo de
viviendas continúen resultando válidas cuando las personas desarrollen
situaciones de dependencia. Para debatir los aspectos que deben considerarse,
hubo en la Jornada una intervención del arquitecto, Javier del Monte, experto
en la materia.
Pero, además de planificar un nuevo modelo de viviendas para
personas mayores, se considera muy relevante plantear la necesidad de
desarrollar una política de adaptación de las viviendas existente. Durante la
jornada se explicó que más de un 95% de la población mayor española vive en su
propia casa, y la mayoría son propietarias de la misma.
Pero alrededor de un 40% de estas viviendas tienen problemas
de accesibilidad importantes al carecer de ascensor, salvaescaleras o rampas,
de manera que, en algunos casos, el hogar puede llegar a convertirse en una
cárcel. También existen muchas barreras en el interior de la casa, que
obstaculizan llevar a cabo las actividades de la vida diaria cuando se tienen
limitaciones funcionales Tanto en la Jornada, como en el libro, el arquitecto
Xavier García Milà describe cómo llevar a cabo programas coherentes y
estructuradas de adaptación funcional personalizada de viviendas.
La importancia de las TIC
Las Tecnologías de la información y la comunicación (TIC)e
tienen ya en la actualidad, pero lo tendrán mucho más en el futuro, un papel
relevante. Se aportó a la Jornada y a la publicación una aportación de
Fundación Vodafone España en la que se describe parte de la amplia oferta ya
disponible que puede resultar de utilidad para personas mayores (interfaces
accesibles, asistentes de voz, mensajería instantánea), así como diversos
desarrollos tecnológicos relacionado con la domótica y la teleasistencia
avanzada (detectores de presencia, de humo, gas, apertura de puertas,
videoatención, control de constantes vitales…).
Y se da cuenta también de un futuro nada lejano en el que la
robótica tendrá cada vez más presencia, entre otras cosas, para mejorar el
cuidado de las personas que tienen una situación de dependencia.
Pilar Rodríguez, al plantear un análisis crítico sobre el
modelo residencial, animó a la ciudadanía en general, no solo a las personas
mayores, a plantearse preguntas: “¿Dónde querremos vivir si tenemos que dejar
nuestra casa de siempre?, ¿cómo poder mantener nuestro estilo de vida, nuestra
propia imagen y llevar a cabo nuestros deseos más íntimos?, ¿cómo querremos que
nos cuiden?, ¿cuánto tendremos o podremos pagar por ello? Creo que la respuesta
pasa por avanzar en la integración de las políticas de vivienda y las de
cuidados de larga duración, como se hace en otros países. Solo así
conseguiremos que el lugar en el que vivir y recibir cuidados no signifique un
desarraigo traumático de lo más íntimo y propio, sino que más bien se plantee
como una mudanza: La locución más adecuada a la que aspiramos sería poder decir
“Me cambio de casa”, en lugar de decir: abandono mi casa y voy a “ingresar” en
una residencia”.
Argumentos desarrollados en la
Jornada, y que pueden encontrarse en el libro:
Las personas mayores, como el conjunto de la población, no
tienen buena imagen de las residencias. La razón fundamental para este rechazo
es la percepción social de que el abandono del hogar y el ingreso en una
institución provoca una pérdida de control sobre la propia vida: lo habitual es
que se comparta la habitación con alguien desconocido, que el ambiente físico
se parezca más a un hospital que a una casa, que no se puedan hacer elecciones
(horas de levantarse y acostarse, comidas…), que dejen de realizarse las
actividades que a las personas les gustan... Que sean otros, en fin, quienes
deciden sobre el devenir de la vida cotidiana, lo que puede conducir a la
pérdida de valor y de sentido de la propia vida.
Sin embargo, el fenómeno de la creciente longevidad que
estamos viviendo arroja un escenario que nos sitúa como el país más envejecido
del mundo. Según las últimas proyecciones demográficas del INE para España,
dentro de tan solo quince años la población mayor de 65 años pasará de
representar un 19 % a más del 25 % del total. Y durante ese corto periodo de
tiempo el número de personas mayores de 80 años se incrementará en un millón de
personas. Es en este segmento de edad cuando es más probable desarrollar una
situación de dependencia por la que se precisen cuidados y apoyos de larga
duración o vivir en solitario. Y es entonces cuando suele recurrirse a las
residencias, en ausencia de una oferta de viviendas adecuadas para estas
situaciones.
Sin duda, la escisión que desde siempre ha existido en
nuestro país entre las políticas de vivienda y las de servicios sociales y de
sanidad están entre las causas de esta debilidad en la oferta pública de
viviendas para personas mayores. Que estas casas se diseñen integradas en
entornos comunitarios (y no en el extrarradio de las ciudades) y que los apoyos
y cuidados se presten con el enfoque de atención centrada en la persona es la
tendencia clara que se aprecia en los países más avanzados.
Conocemos por la investigación desarrollada que las
personas mayores de hoy, y aún más las que están llegando a la edad de
jubilación, presentan un perfil muy diferente al de generaciones anteriores:
mucho más alto nivel de estudios, pensiones más elevadas, modelos de ocio más
sofisticados, mayor conciencia de sus derechos y, por tanto, con un grado de
asertividad y exigencia superiores. Este cambio de perfil agudiza la negativa
percepción que las personas mayores tienen en cuanto a los modelos de
alojamientos existentes (las residencias). Y reclaman cada vez con más fuerza
contar con viviendas modelo hogar en el que puedan mantener el máximo control
de sus vidas, aunque lleguen a desarrollar situaciones de dependencia.
La longevidad creciente de la población y las demandas de
las personas mayores se presenta como un gran reto para la arquitectura, pero
también para promotores, planificadores y gestores de vivienda y de las
políticas de servicios sociales y sanitarios, mediante miradas y políticas
transversales.
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