“La plasticidad cerebral se refiere a la capacidad del sistema nervioso para cambiar su estructura y su funcionamiento a lo largo de su vida, como reacción a la diversidad del entorno. Aunque este término se utiliza hoy día en psicología y neurociencia, no es fácil de definir. Se utiliza para referirse a la los cambios que se dan a diferentes niveles en el sistema nervioso: Estructuras moleculares, cambios en la expresión genética y comportamiento.”
La neuroplasticidad, por tanto, permite a las neuronas regenerarse tanto anatómica como funcionalmente y formar nuevas conexiones sinápticas. La plasticidad neuronal representa la facultad del cerebro para recuperarse y reestructurarse. Este potencial adaptativo del sistema nervioso permite al cerebro reponerse a trastornos o lesiones, y puede reducir los efectos de alteraciones estructurales producidas por patologías como la esclerosis múltiple, Parkinson, deterioro cognitivo, enfermedad de Alzheimer, dislexia, TDAH, insomnio adultos, insomnio infantil, etc…
Partiendo de esta capacidad neuronal, el esfuerzo que realizamos en rehabilitación, terapia o a nivel cognitivo da sus frutos y permite que adaptemos nuestras capacidades a las limitaciones que provoca nuestra enfermedad. No es por tanto igual negar nuestra capacidad de mejoría que trabajar en ella. Lo peor para una enfermedad neuro degenerativa es la inactividad porque el cerebro no se estimula y no crea nuevas conexiones.
Como nos explican en Cognifit, cuando una persona está ocupada en un nuevo aprendizaje o en una nueva experiencia, el cerebro establece una serie de conexiones neuronales.
Estas vías o circuitos neuronales son construidos como rutas para la inter-comunicación de las neuronas. Estas rutas se crean en el cerebro a través del aprendizaje y la práctica, de forma muy parecida a como se forma un camino de montaña a través del uso diario de la misma ruta por un pastor y su rebaño. Las neuronas se comunican entre sí mediante conexiones llamadas sinapsis y estas vías de comunicación se pueden regenerar durante toda la vida. Cada vez que se adquieren nuevos conocimientos (a través de la práctica repetida), la comunicación o la transmisión sináptica entre las neuronas implicadas se ve reforzada. Una mejor comunicación entre las neuronas significa que las señales eléctricas viajan de manera más eficiente a lo largo del nuevo camino. Por ejemplo, cuando se intenta reconocer un nuevo pájaro, se realizan nuevas conexiones entre algunas neuronas.
Durante mucho tiempo se ha creído que el sistema nervioso central no se regenera, las últimas investigaciones nos ha expuesto el gran número de posibilidades que tenemos a nuestro alcance para mejorar nuestras capacidades. Por ejemplo, la realidad virtual está dando extraordinarios resultados a la hora de conseguir una mejor conexión en el sistema nervioso. Un cerebro que aprende es un cerebro que se desarrolla por eso nunca podemos nuestra capacidad de aprendizaje.
Un ejemplo significativo es cómo desarrollamos nuestras
capacidades cuando tenemos que cambiar el lado dominante de nuestro cerebro.
Ante una hemiparesia somos capaces de fomentar nuestras aptitudes en la parte
de nuestro cuerpo que antes no teníamos desarrollado y aún siendo diestros
podemos conseguir una gran habilidad en la parte izquierda del cuerpo cuando la
parte derecha está limitada por una lesión.
En general, se diferencian tres tipos de plasticidad: la
sináptica, la neurogénesis y el proceso funcional compensatorio.
La sináptica es la base del aprendizaje y la memoria. Cada
vez que el cerebro aprende algo nuevo, establece conexiones entre sus neuronas
y mejora la comunicación entre ellas. Lo hace reforzando redes anteriores o, en
todo caso, formando nuevas.
La práctica y la repetición de esas comunicaciones mejora la
eficiencia en la transmisión por lo que, a mayor conexión, más rapidez y
eficiencia.
La neurogénesis se refiere a la formación de nuevas
neuronas, una capacidad que no tiene que ver con la edad.
Estas nuevas neuronas ayudan a tener una buena memoria,
permiten seguir aprendiendo y evitan que nuestros recuerdos se solapen.
El Proceso Funcional Compensatorio es un mecanismo del
cerebro para compensar áreas que van envejeciendo. Lo que hace es reorganizar
sus redes neurocognitivas, activando áreas en desuso.
En definitiva, la plasticidad neuronal nos invita a tener
una vida activa siempre dispuestos a. aumentar nuestras capacidades y así,
aunque la esclerosis múltiple se lleve una parte de nosotros, podamos plantarle
cara.
Cris Bajo
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