Un estudio financiado por la Alianza
Internacional de EM Progresiva, apoyada por el Proyecto M1, ha descubierto una
forma innovadora de estudiar la relación entre determinadas sustancias químicas
y la Esclerosis Múltiple.
Un grupo de científicos del Hospital Brigham and Women’s de
Boston (Estados Unidos), financiados por la Alianza Internacional
de EM Progresiva – a la cual contribuye Esclerosis Múltiple España a
través del Proyecto M1 (www.eme1.es
)-, ha descubierto una forma innovadora de estudiar cientos de sustancias
químicas medioambientales para comprobar su influencia en la
Esclerosis Múltiple e identificaron dos que podrían contribuir a desarrollar la
enfermedad.
La Esclerosis Múltiple es una enfermedad compleja que se
manifiesta cuando el sistema inmunológico ataca por error la capa del
recubrimiento de mielina protectora de las fibras de los nervios. Se desconoce
qué provoca exactamente este proceso autoinmune en cada individuo y los
estudios en gemelos idénticos han demostrado que la genética en sí misma no
es suficiente para explicarlo. Si un gemelo idéntico tiene
Esclerosis Múltiple, el otro gemelo solo tiene una posibilidad entre cuatro de
contraer EM, lo que significa que los factores medioambientales deben
desempeñar un papel importante.
No obstante, la mayoría de estudios epidemiológicos no ha
podido demostrar una sólida vinculación entre las sustancias químicas
medioambientales y el desarrollo de la EM, a excepción del tabaquismo.
Es muy difícil identificar estos factores de riesgo químicos medioambientales
dada la elevada cantidad de sustancias químicas y otros factores a los que
estamos expuestos en nuestra vida diaria. Si se comprenden los factores de
riesgo de la Esclerosis Múltiple, es posible que se pueda prevenir, además de
descubrir mejores formas de tratarla.
976 sustancias químicas analizadas
Los investigadores comenzaron con un listado de 976 sustancias químicas facilitadas por la Agencia de
Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, que
incluía toda una serie de sustancias químicas que abarcaba desde productos de
consumo e industriales hasta aditivos alimentarios.
Utilizando la bioinformática, identificaron un subconjunto
de 76 de dichas sustancias químicas que podrían
afectar a las señales inmunes del cuerpo. Después, probaron esas 76 sustancias
químicas en peces cebra, añadiendo todas esas sustancias químicas al agua de
los peces y evaluando los efectos en sus genes inflamatorios. Descubrieron que
cinco de los componentes incrementaban la actividad del NOS2A, que es un gen
del pez cebra asociado con la inflamación.
Después de reducir el listado a cinco componentes,
los investigadores los probaron en células de ratones criados en laboratorio.
En particular, probaron los compuestos en las células inmunes del cerebro para
comprobar si podrían incrementar la actividad del gen equivalente en los
ratones, que se denomina NOS2. Descubrieron que dos de las sustancias químicas,
un herbicida conocido como Linuron y una sustancia química utilizada por varias
industrias denominada carbamato de metilo, incrementaban la actividad del gen
NOS2. El carbamato de metilo es una sustancia química utilizada por muchas
industrias en polímeros, productos farmacéuticos e insecticidas; en particular
se utiliza en la industria textil para hacer que las telas sean más duraderas.
Las dos sustancias químicas potenciaron además otras dos
señales importantes del sistema inmune, IL-1b y TNF-a, lo que indica que dichas sustancias químicas podrían crear un entorno en el cerebro que
favorece la enfermedad. Hace poco (2017), el Linuron se ha prohibido
en Europa por su riesgo para los mamíferos.
Los investigadores localizaron qué genes de las células
cerebrales de los ratones respondían al Linuron. Utilizando la encefalomielitis
autoinmune experimental, que es un modelo de ratón diseñado que busca estimular
la biología de la Esclerosis Múltiple, descubrieron que si se bloqueaban los
genes que estaban respondiendo al Linuron, se evitaba la activación de las
células. Por último, a fin de garantizar que esto resultaba relevante para las
personas con EM, los científicos examinaron muestras de cerebros con y sin
Esclerosis Múltiple, y encontraron mayores niveles de actividad genética en
respuesta al Linuron, lo que indica que dichos genes contribuyen a la EM y que
el Linuron también podría contribuir a la EM.
Los científicos señalan que sería necesario llevar a cabo
más estudios para evaluar los efectos del Linuron en el entorno de los seres
humanos, para entender si, de hecho, contribuye a la EM.
Este estudio descubrió una nueva forma de estudiar cientos
de sustancias químicas medioambientales a la vez, además de crear una vía de
ensayo para establecer si podrían estar implicadas en la Esclerosis Múltiple.
Ofrece una importante herramienta para el avance de la Alianza Internacional
de EM Progresiva.
La Alianza Internacional de EM Progresiva es una
colaboración de organizaciones de EM, investigadores, médicos, empresas
farmacéuticas y personas con EM progresiva, cuyo objetivo es transformar el
panorama de personas con formas progresiva de EM. Dentro de estas
organizaciones se encuentra Esclerosis Múltiple España que, a través del Proyecto M1, destina una parte de los fondos recaudados a
estos estudios pioneros de investigación sobre EM progresiva.
Fuente: MS International Federation (https://www.msif.org/)
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