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domingo, 4 de marzo de 2018

Colesterol y esclerosis múltiple: pautas para una dieta equilibrada


Un estudio reciente ha hecho más evidente el vínculo entre el colesterol de la lipoproteína de alta densidad (HDL) y la actividad inflamatoria en la EM.
Es bien sabido que una alta presencia de colesterol de baja densidad, o colesterol LDL, produce perjuicios en la salud general y supone un mayor riesgo de afectaciones cardíacas y lesiones cerebrales. Asimismo, existe otro tipo de colesterol de alta densidad, el colesterol HDL, uno de cuyos beneficios conocidos es que evita la adhesión excesiva de LDL a las paredes de las arterias, protegiendo así el corazón. Recientemente, científicos norteamericanos y checos han descubierto que el HDL también protege la barrera hematoencefálica (BHE) al evitar que las sustancias dañinas ingresen en el cerebro y la médula espinal.
En el caso de los pacientes con esclerosis múltiple (EM), esta función se ha asociado con la actividad inflamatoria: el estudio ha demostrado que el colesterol HDL puede proteger al cerebro de una parte de los daños causados por la condición. Así funcionan, de hecho, algunos de los fármacos que se prescriben para tratar la EM.
El estudio, realizado por científicos de Nueva York y Praga, ha incluido el seguimiento a 154 pacientes con EM durante cuatro años desde el inicio de la enfermedad. Una de las conclusiones del informe es que aquellos que tenían los niveles más altos de colesterol HDL en la sangre, presentaban menos marcadores de inflamación en el líquido cerebroespinal que los que tenían niveles inferiores de colesterol “bueno”.
Para mantener unos niveles adecuados de colesterol HDL se recomienda seguir una dieta variada y saludable rica en grasas no saturadas, presentes en pescados aceitosos (salmón, caballa y atún fresco), aceite de oliva, semillas, productos lácteos como yogur y queso con moderación, aguacates y nueces. Hay que evitar, sin embargo, otros tipos de grasas: es el caso de los alimentos fritos y procesados, que contienen grasas trans y que pueden elevar los niveles de colesterol de baja densidad y disminuir los de alta densidad. Es recomendable también dejar de fumar, dado que el tabaco eleva los niveles de LDL nocivo en sangre al mismo tiempo que disminuye los de HDL.
Por otro lado, los ácidos grasos omega-3 elevan selectivamente el HDL. Además, la ingesta moderada de bebidas alcohólicas, como una copa de vino, ayuda a mantener los niveles altos. No obstante, no se deberían superar las 14 unidades por semana. Hacer ejercicio cada semana aumenta los niveles de colesterol HDL y reduce los de LDL. 60 minutos de deporte a la semana pueden tener un impacto positivo, por lo que tampoco es necesario hacer actividades muy exigentes de manera habitual.
Cabe destacar que, aunque ningún tipo de dieta ha demostrado poder cambiar el pronóstico de la esclerosis múltiple, cada vez se hace más patente la importancia de los hábitos saludables en los pacientes a la hora de sobrellevar la EM.

Acceso al documento original:
Colesterol y EM: una pareja extraña. Disponible en: www.livinglikeyou.com/es/stories/detail/cholesterol-and-ms-an-unlikely-pair

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