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martes, 5 de febrero de 2019

Fatiga en esclerosis múltiple: podría estar indicando una evolución menos favorable



Dunia Chappotin  2019-01-30


El estudio de miles de pacientes con esclerosis múltiple reflejó que aquellos con fatiga moderada o severa tenían más riesgo de experimentar un declive sostenido en la escala que mide la evolución de la enfermedad.

Alrededor del 75% de las personas con esclerosis múltiple (EM) experimenta fatiga, en muchos casos llegando a ser muy severa.

Ahora bien, imagina que hoy se decide estudiar a miles de personas con EM durante años. En este estudio imaginario, los investigadores quieren recopilar información sobre diferentes variables, entre ellas la fatiga.

Continúa imaginando que, dentro de 9 años aproximadamente, los investigadores quieren analizar los datos que han ido recopilando a lo largo del tiempo.

De hecho, específicamente quieren ver si existen diferencias entre la evolución de las personas que al comenzar el estudio reportaron experimentar fatiga a niveles moderados o graves y los pacientes que, por el contrario, reportaron no experimentar fatiga o que esta era leve.

¿Existen diferencias entre ambos grupos? Para saber la respuesta no tienes que imaginar, porque ya se ha hecho un estudio semejante, solo que los datos de los pacientes fueron recopilados del llamado Consorcio de Esclerosis Múltiple del Estado de Nueva York (NYSMSC).

Para la investigación se analizó la información recopilada entre los años 1996 y 2015 de 2714 pacientes con fatiga moderada o severa y 2714 pacientes sin fatiga o con fatiga leve.

Los resultados del estudio, publicados en la revista Multiple Sclerosis Journal, reflejan que las personas que al inicio reportaron mayores niveles de fatiga, tenían más probabilidades de experimentar un empeoramiento en la escala EDSS, que mide la evolución de la enfermedad.

Diferencias desde el comienzo

La información recopilada al inicio del estudio reflejaba diferencias entre ambos grupos. Por ejemplo:

Los participantes que reportaron fatiga fueron más propensos a reportar dificultades para subir y bajar escaleras, estar de pie y experimentaban dolor.

De manera similar, entre los participantes que reportaron fatiga al inicio era más probable que se reportara soledad, pesimismo, tensión, enfado, pánico o sentimientos de culpa en comparación con aquellos que decían no padecer de fatiga.

Para poner en contexto estas diferencias es importante conocer que se plantean dos mecanismos fundamentales que contribuyen a la fatiga en la EM.

Uno de los mecanismos es biológico y estaría conformado por el daño estructural y funcional que experimenta el cerebro de las personas con EM, además de las alteraciones del sistema inmunológico.

Y el otro mecanismo que vendría a explicar la elevada presencia de fatiga en la población con EM es la presencia de comorbilidad con trastornos como la depresión y las alteraciones del sueño, que por sí mismos generan fatiga.

Teniendo en cuenta estos mecanismos, no es extraño que en el estudio se observara que aquellos que tenían niveles significativos de fatiga también tuvieran un estado físico y emocional menos favorable.

La evolución a largo plazo

A largo plazo, los investigadores observaron que aquellos con fatiga al inicio del estudio tenían un riesgo mayor de experimentar un empeoramiento en la escala EDSS.

También era más probable que reportaran cambios negativos en variables psicosociales como soledad o estrés.

Para los autores, los resultados sugieren que la fatiga podría ser un predictor del declive sostenido en la escala EDSS y también del aumento de las limitaciones reportadas por los pacientes a lo largo del tiempo.

¿Significa esto que si tengo fatiga mi evolución va a ser peor?

Pues no, este estudio no dice eso. Simplemente se ha visto una asociación, que no dice nada sobre causa y efecto.

Además, son asociaciones que se detectan en grandes grupos de pacientes, tendencias que a nivel individual tienen una expresión particular.

Los investigadores también admiten que hay variables importantes que no tuvieron en cuenta, por ejemplo, si las personas eran, o no, fumadoras, algo que puede influir en la evolución de la EM.




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