Diego J. Pereira 2019-01-24
El tratamiento de las neuralgias
puede ser aparatoso en la mayoría de las ocasiones, e incluye terapia
farmacológica, quirúrgica y psicológica.
Distintas enfermedades desmielinizantes o aquellas que
provoquen compresión del nervio (como un tumor expandiéndose) pueden originar
dolor en el territorio de inervación de dicha estructura, que en el caso del
nervio trigémino se conoce como neuralgia del trigémino.
Sus síntomas son tan característicos que pueden ser
suficientes para establecer el diagnóstico.
Sin embargo, los elementos terapéuticos disponibles son muy
amplios teniendo en cuenta la gran variabilidad de respuesta al tratamiento en
cada paciente. Es sobre las principales opciones terapéuticas para esta
enfermedad de lo que se hablará a continuación.
¿QUÉ ES LA NEURALGIA DEL TRIGÉMINO?
Se trata de la afección (multicausal) del quinto par craneal
(el nervio trigémino), un extenso nervio mixto que permite la inervación de
buena parte del territorio facial.
Clínicamente la neuralgia del trigémino se caracteriza por
dolor sumamente intenso que se presenta de manera repetitiva a lo largo del
día, durando unos pocos segundos, asemejando una sensación de “latigazo”.
En la actualidad se conocen numerosos mecanismos que
intentan explicar este fenómeno. Por ejemplo, se piensa que algunos eventos
pueden desencadenar la desmielinización de una de las estructuras que se
encuentran a lo largo de la trayectoria del nervio (el ganglio), originando un
aumento de la sensibilidad de las fibras nerviosas.
Por otro lado, algunas anomalías anatómicas podrían
condicionar la compresión del nervio a lo largo de su recorrido
(particularmente en su entrada en la protuberancia, la porción media del tallo
encefálico).
Clínicamente también es posible dividir el dolor de la
neuralgia en típico y atípico. El atípico es aquel que se produce posterior a
algún evento externo o interno, como la compresión por un tumor, los
traumatismos y las infecciones.
¿CÓMO ES EL TRATAMIENTO DE ESTA
NEURALGIA?
El tratamiento debe ser multidisciplinario y con varios
enfoques farmacológicos. Primero, existen fármacos que intervienen en la
excitabilidad y sensibilidad de las neuronas.
Luego, están los fármacos que disminuyen la intensa
sensación dolorosa. Por último, el apoyo psicológico durante todo el
tratamiento y algunas intervenciones (que son necesarias en casos refractarios
a todo el tratamiento antes mencionado) pueden llegar a utilizarse en algunos
pacientes.
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO
El fármaco más respaldado por estudios y la evidencia es la
carbamazepina, un anticonvulsivo que interviene en la entrada de sodio dentro
de las neuronas y, por ende, altera su excitabilidad. Los resultados son
sumamente satisfactorios, evidenciándose mejoría clínica en los primeros dos
días de tratamiento.
Por otro lado, dada la baja cantidad y frecuencia de efectos
adversos, algunos prefieren usar la gabapentina como el medicamento de elección.
Su mecanismo de acción como aliviador del dolor parece estar relacionado con un
efecto importante sobre canales de calcio en las neuronas.
Existen otros fármacos utilizados con relativa frecuencia
como la lamotrigina, la cual posee un mecanismo de acción similar a la
carbamazepina. El baclofen, ácido valproico, fenobarbital y clonazepam también
suelen ser utilizados, aunque con relativa efectividad.
Sin embargo, cualquiera de los tratamientos farmacológicos
antes descritos deben ser de indicación exclusiva por parte del médico
especialista, ya que la información siempre es individualizada dependiendo de
las características clínicas de cada paciente.
TRATAMIENTO NEUROQUIRÚRGICO
Es interesante el hecho de que existe tratamiento quirúrgico
que se utiliza en pacientes refractarios a la terapia farmacológica, con
resultados muy favorables. Sin embargo, en este caso siempre debe considerarse
la relación riesgo/beneficio en pacientes en riesgo, como los adultos mayores.
Existen tratamientos destructivos relacionados con la
eliminación de ciertas partes del nervio (específicamente sobre el ganglio del
mismo) y no destructivos.
Otras opciones incluyen la rizotomía percutánea con
radiofrecuencia y la radiocirugía estereotáctica.
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