Un grupo de investigadores ha
identificado una enzima asociada a la microbiota intestinal que desencadena
respuestas autoinmunes en los linfocitos T de pacientes con EM.
Sonia Moreno 11 octubre, 2018
En la esclerosis múltiple, el sistema inmunológico ataca a
la mielina, la capa protectora que envuelve a las neuronas y transmite los
impulsos eléctricos en el cerebro y la médula espinal, lo que da lugar a
diversos problemas neurológicos. Los científicos investigan la concurrencia de
múltiples factores genéticos y ambientales para explicar el origen de la
enfermedad, entre los cuales han teorizado que podría desencadenarse por
moléculas liberadas por patógenos o por los microorganismos que conforman la
microbiota.
Un equipo multicéntrico de investigadores, dirigido por
Mireia Sospedra, responsable del Laboratorio de Neuroinmunología en el
Departamento de Neurología del Hospital Universitario de Zúrich, publica hoy un
estudio en Science Translational Medicine en el que identifica una nueva enzima
que genera respuestas autoinmunes de los linfocitos T en pacientes con
esclerosis múltiple (EM). Estas células inmunitarias también reaccionaron a una
variante bacteriana de la enzima, lo que apoya la idea de que la microbiota
intestinal podría ser un desencadenante de la EM. “Probablemente, los antígenos
de la mielina no son los únicos autoantígenos en la esclerosis múltiple.
Nuestros resultados también sugieren que los autoantígenos que desencadenan la
respuesta autoinmune en esta enfermedad pueden no ser idénticos en todos los
pacientes”, explica a DM Sospedra.
En el estudio, cuya primera firmante del estudio es Raquel
Planas, investigadora también del referido laboratorio suizo y en el que
también han participado científicos del grupo de Neuroinmunología Clínica del
VHIR y del Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña (Cemcat), caracterizaron
una molécula que desencadena respuestas en linfocitos T aislados de pacientes
con EM. Estudiaron un clon de los linfocitos T previamente aislados de lesiones
cerebrales por EM y encontraron que reaccionaba contra la enzima GDP-L-fucosa
sintasa. Después, examinaron las células T CD4 + del líquido cefalorraquídeo de
31 pacientes con EM y descubrieron que casi el 40 por ciento de los individuos
también mostraban reactividad a la enzima.
Los linfocitos T derivados del líquido cefalorraquídeo de
cuatro pacientes con EM también reaccionaron a una variante de GDP-L-fucosa
sintasa producida por varias especies bacterianas de la microbiota intestinal.
Esta enzima participa en la fucosilación de los oligosacáridos; aunque es un
proceso menos común en procariotas, parece estar involucrada en la adhesión y
colonización.
Origen de la EM
El hallazgo que ahora se publica aportaría nuevos datos
sobre la etiología de la EM: “La observación de que células T que infiltran el
líquido cefalorraquídeo en algunos pacientes con esclerosis múltiple reconozcan
de forma cruzada tanto péptidos de GDP-L-fucosa sintasa humana como péptidos de
esta proteína bacteriana sugiere que la microbiota podría tener un papel
desencadenante de la enfermedad activando células T autorreactivas en el
intestino, que luego pueden reconocer por mimetismo molecular péptidos de la
enzima humana en el sistema nervioso central”, escribe Sospedra.
La investigadora considera que este trabajo podría servir de
base para desarrollar nuevos tratamientos: “Actualmente existen terapias
eficaces para la EM pero el principal problema son los efectos secundarios no
deseados. Estos efectos son debidos a que estas terapias tienen como diana todo
el sistema inmune y no únicamente las células autorreactivas patogénicas.
Una terapia que tenga como diana solo estas células sería
más eficaz, tendría menos efectos secundarios y podría suministrarse al
principio de la enfermedad antes de que haya discapacidad. Nuestro grupo está
trabajando en una nueva terapia celular para inducir tolerancia antígeno
específica utilizando eritrocitos autólogos que recubrimos con péptidos de la
mielina y reintroducimos en los pacientes. En 24 horas estos eritrocitos van al
hígado y bazo, entran en apoptosis y son ingeridos por células presentadoras de
antígenos presentes en estos órganos que creemos presentan los péptidos de
forma tolerogénica”.
Ya han comprobado que este tratamiento es seguro en un
ensayo clínico cuya fase Ib están finalizando. “En 2019, iniciaremos la fase
IIa y tenemos previsto incluir algunos de los péptidos inmunodominantes de
GDP-L-fucosa sintasa que hemos identificado. Además, estamos caracterizando a
los pacientes para ver si aquéllos con células reactivas tienen alguna
particularidad en las lesiones, curso de la enfermedad…. También estamos
iniciando estudios de caracterización de la microbiota en estos pacientes y una
posible asociación con la dieta”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.