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viernes, 3 de agosto de 2018

Manejo de la fatiga en Esclerosis Múltiple



La fatiga o sensación de laxitud, es el síntoma más frecuente del que se quejan los pacientes con esclerosis múltiple (EM). Aparece en casi el 90% de estos enfermos, a lo largo de su enfermedad y en un tercio está presente desde el principio. Además, también es uno de los síntomas que más va alterar su calidad de vida. Se ha observado que cuando es muy intensa casi el 50% tiene que disminuir su actividad laboral o abandonarla, independientemente de su discapacidad física. La fatiga no solo se va a estar relacionada a la actividad física, sino también a la actividad mental, produciendo falta de concentración, memoria y atención, que va a dificultar el aprendizaje y alterar, sobre todo, sus actividades habituales. 
A la fatiga se la ha relacionado con la actividad inflamatoria de la enfermedad. Así las sustancias que median en esta inflamación (las llamadas citoquinas o el factor de necrosis tisular alfa)  van a estar elevados cuando el paciente note con más intensidad el cansancio. No se ha observado esta relación con la cantidad de lesiones en la sustancia blanca vistas por resonancia magnética,  ni con una lesión anatómica específica en el cerebro. Sí que parece haber menos actividad metabólica en la cortea cerebral de los pacientes con EM y más fatiga. 
La fatiga no va a estar relacionada con el sexo ni con el tipo de evolución de la EM ni con la edad ni con el déficit neurológico. Pacientes con poco o ningún déficit neurológico pueden quejarse de una fatiga intensa. Así mismo tampoco va a estar relacionada con el tiempo de evolución de la enfermedad, un paciente recién diagnosticados puede sufrir de un mayor cansancio que otros diagnosticados hace años. 
Este cansancio va a estar relacionado parcialmente con la actividad y mejora con el reposo. El paciente puede notarla con menor intensidad a primera hora de la mañana, nada más levantarse, para ir después empeorando y ser ya muy intensa a media mañana, para a última hora de la tarde casi incapacitarle para realizar sus tareas habituales, incluso se pueden asociar síntomas ya desaparecidos de un brote previo o intensificarse los ya existentes. 
¿QUÉ PRODUCE O EMPEORA LA FATIGA?
Antes de tratar la fatiga hay que tener en cuenta qué causas pueden intensificarla.  Determinados tratamientos para la depresión y la ansiedad pueden producir, entre sus efectos secundarios, cansancio importante. Los interferones pueden intensificar la fatiga en algunos pacientes. 
Algunos síntoma asociados a la EM van a intensificar esta sensación de fatiga. La espasticidad (aumento de tono muscular), sobre todo la localizada en los miembros inferiores, también va a generar más fatiga y deberemos de manejarla de manera adecuado para  evitar agravar la fatiga. Sin embargo, también los fármacos utilizados para controlar la espasticidad, como los miorrelajantes, pueden aumentar la fatiga.  
El dolor y la depresión también pueden tenerla entre sus manifestaciones. Un aspecto poco valorado en la aparición o falta de control de la fatiga, son las alteraciones del sueño que con frecuencia afectan a los pacientes con EM. 
El aumento de la temperatura corporal, bien el calor ambiental o la fiebre de cualquier causa, van a empeorar la sensación de cansancio, sobre todo los ambientes calurosos y húmedos que impiden una adecuada transpiración. El paciente con EM y fatiga, debería evitar o permanecer lo menos posible en estos ambientes. 
CLASIFICACIÓN DE LA FATIGA:
La fatiga en la EM se puede clasificar como fatiga crónica y  fatiga aguda. La fatiga crónica es aquella que aparece en más de la mitad de los días, en los últimos seis meses y que incapacita al individuo el desarrollo de sus actividades habituales. La fatiga aguda es un incremento de la sensación de cansancio en las últimas seis semanas y que también le impide el desarrollo de sus  actividades habituales.  Saber  diferenciar estos dos tipos es importante para el tratamiento.
  
MANEJO DE LA FATIGA
Para tratar bien la fatiga hay que hacer lo siguiente: 
  1. Evaluar la actividad diaria para encontrar que puede empeorar o disparar la fatiga,
  2. Valorar si algún tratamiento esta produciendo cansancio e intentar retirarlo si se puede
  3. Realizar una alimentación equilibrada (no abusar de azúcares, evitar el alcohol y tabaco, comer 5 veces al día y cantidades menores, comer abundante fruta y beber al menos dos litros de agua al día). 
  4. Hacer varios descansos al día y tener un sueño reparador. 
  5. Realizar ejercicio aeróbico diario, no extenuante, durante 30 minutos
  6. Si alguna terapia modificadora de la enfermedad (interferones) produce fatiga, intentar cambiar a otra
  7. Usar terapia farmacologica para tratar la fatiga.
La terapia farmacológica más utilizada es el amantadine a un dosis de 100 mg dos veces al día. Si no es efectiva o se tolera mal (cambio de coloración en las piernas, tristeza, nerviosismo, etc), se puede utilizar modafinilo o alfa-metilfenidato. Estos dos últimos son útiles si además de la fatiga se asocia somnolencia. También mejora el cansancio bajas dosis de aspirina. Si es muy intenso se pueden pautar corticoides durante un corto espacio de tiempo. Se han obtenido beneficios con la utilización de algunos antidepresivos como el bupropion y la fluoxetina.
CONCLUSIÓN: nunca se debe aceptar que la fatiga es una consecuencia inevitable de la EM. Hay muchas opciones para manejarla y siempre se deberá de consultar al neurólogo para encontrar soluciones.
Antonio Yusta Izquierdo

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