Aunque la mayor prevalencia de
esclerosis múltiple (EM) se da en adultos jóvenes y de mediana edad, alrededor
del 10% de todas las personas que viven con EM tienen más de 65 años.
Las personas mayores con esclerosis múltiple, así como sus
cuidadores, se enfrentan al gran impacto de esta enfermedad sobre su calidad de
vida sujeta al envejecimiento, y sus relaciones con el entorno sociolaboral
también se ven afectadas.
Según la página web de la Asociación Americana de Esclerosis
Múltiple, “todos envejecemos con el paso del tiempo, incluso los pacientes con
EM"; por ello es importante hablar de los cambios que la edad conlleva
para las personas con esclerosis múltiple, e incidir en las recomendaciones y
consejos médicos.
Todos envejecemos con
el paso del tiempo, incluso los pacientes con esclerosis múltiple
Se prevé que el número de personas mayores que viven con
esclerosis múltiple crecerá proporcionalmente con la población general, por lo
que la atención que se debe prestar a este tema debe ir en paralelo.
Actualmente, la mayoría de estudios de seguimiento se enfocan en la población
joven, y es poca la atención que se presta a los problemas o desafíos que
presenta el envejecimiento con EM. Cabe resaltar la importancia de destinar más
recursos o servicios diseñados específicamente para adultos mayores con EM.
Esclerosis múltiple y
comorbilidad en la tercera edad
Algunos de los cambios fisiológicos y mentales que las
personas con esclerosis múltiple experimentan durante el envejecimiento son los
mismos que se dan en cualquier otra persona. Por ejemplo, la artritis, la causa
más común de discapacidad y dolor en adultos mayores, tiene la misma
probabilidad de darse en pacientes con EM, en quienes genera un aumento del
grado de discapacidad existente.
La mitad de la población desarrollará una enfermedad crónica
durante el envejecimiento. Para los pacientes con EM puede resultar difícil
distinguir entre el dolor de la esclerosis múltiple y el dolor que producen
otras afecciones: por eso, cualquier patología consecuencia del proceso de
envejecimiento debe ser atendida por el médico correspondiente y compartida con
el neurólogo. Por otro lado, dada la escasez de información acerca del
seguimiento del progreso de la enfermedad en la tercera edad, los estudios
longitudinales pueden ayudar a valorar dicha progresión y su impacto en la
calidad de vida de las personas mayores de 65 años.
En el caso de las mujeres, los síntomas menopáusicos (tales
como sofocos, irritabilidad y trastornos del sueño) pueden solaparse con los
síntomas de la esclerosis múltiple, por lo que es importante hablar con el
especialista de referencia.
Es importante atender las necesidades de atención primaria.
Se deben llevar a cabo todas las pruebas de rutina para prevenir otras
patologías y sus complicaciones. Estos incluyen desde exámenes pélvicos,
mamografías y análisis de sangre para detectar colesterol o anemia hasta
revisiones dermatológicas, oftalmológicas y vacunas.
El ejercicio regular y una dieta adecuada deben formar parte
de la vida de cualquier persona para llegar a un envejecimiento saludable, y
esto incluye a los pacientes con esclerosis múltiple. Cualquier forma de
ejercicio es importante: si, por ejemplo, las piernas del paciente están
inmovilizadas, se debe mantener la fuerza en los brazos. Además, es importante
mantener un control sobre el peso, puesto que la obesidad conlleva un problema
articular añadido a la limitación funcional.
Acceso al documento original:
Let’s Talk
About Aging and Multiple Sclerosis. Disponible en: https://multiplesclerosis.net/living-with-ms/talk-about-aging/
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